En el 97 tuve la ocasión de entrevistar a Pedro Miguel Etxenike. Quedamos en su despacho de la UPV y me dijo que tendríamos que terminar para las doce. Un poco justillo de tiempo, pero bueno. Empezamos y cuando dio la hora se levantó y dio por finalizada la entrevista diciendo que tenía que ir a jugar al golf con sus amigos. ¡Al golf con sus amigos! ¡Me deja con la palabra en la boca por irse a jugar al golf! pensé yo alucinada. El roncalés debió de entender enseguida mi estupor y me dijo que desconfiara de la que gente que nunca tiene tiempo para nada, que el tiempo es el mismo para todo el mundo y que lo que realmente importa es gestionarlo bien dándole importancia a lo que verdaderamente la tiene.

Ahora que toca hacer propósitos para el año nuevo me acuerdo otra vez de esas sabias ideas y, aunque no pueda evitar la riada del día a día, me pongo como meta, por lo menos, ser consciente de la aceleración global y personal y luchar para marcar mis propios ritmos. Me propongo no atosigar ni meterle prisa a nadie para que coma o se vista más rápido, ni llevarle a rastras por la calle; leer las frases-mensajes-titulares enteros (y libros, por supuesto); intentar repartir el trabajo para no amontonarlo todo a última hora; conducir normal no como en un rally constante?

Aunque en nuestros días vivir apresurada sea sinónimo de estar ocupada y sentirse importante y valorada, yo no quiero la prisa como estilo de vida. No quiero tener que vivir experiencias novedosas a cada momento y adrenalina a tope para estar bien. No quiero ser drogodependiente emocional. Ni tampoco estar constantemente haciendo cosas que gusten a los demás. No quiero ser likedependiente. Ya os iré contando. ¡Feliz año!.