ras varias y entretenidas vicisitudes de toda índole, la historia del Pazo de Meirás (y todo lo que tiene que ver con los Franco, esa familia) parece haber entrado al fin en el terreno de la comedia. Ya era hora. A veces, no hay mejor manera de ver bien las cosas que desde el punto de vista de la comedia. Y con frecuencia es el tiempo el que se encarga de llevarlas hasta allí. Ya saben, una jueza ha dictaminado que tienen que devolver el dichoso pazo al Estado y, acto seguido, el abogado de los Franco ha brotado diciendo que van a recurrir. Naturalmente. Por supuesto. Comprendo que este es un asunto menor en estos momentos, pero me encantan los asuntos menores porque casi siempre, como todo el mundo sabe, son los más interesantes. En cualquier caso, a mí, el que realmente me interesa de toda esta historia es el nieto, el llamado Francisco Franco y Martínez-Bordiú, el actual señor de Meirás. Que posee un magnetismo subyugante, es innegable. Además, ha escrito un libro. Es cazador. Seguro que es más cosas. Me gustaría saber más de este hombre hecho a sí mismo, pero al parecer es esquivo. Hace algún tiempo protagonizó un incidente extraño en un coche. O sea, decir extraño es un eufemismo, porque en realidad circulaba con las luces apagadas y en dirección contraria cuando dos guardias civiles le dieron el alto y en vez de detenerse, arremetió contra ellos y se dio a la fuga. Por supuesto, naturalmente, salió absuelto y a nadie le sorprendió. ¿No es maravilloso? Claro que lo es. Por eso digo que podría ser divertido (en estos tiempos en los que tanta falta tenemos de algo divertido), conocer con más detalle algunas facetas de la, por decirlo así, pintoresca idiosincrasia de este hombre. Una película, por ejemplo. O mejor, una serie. Como The Crown. Una serie sobre los Franco. Cómica, claro: de humor negro, a ser posible. ¿Nadie lo ha pensado? Yo necesito un poco de comedia, en serio. ¿Acaso no hay demasiada tragedia por todas partes?