Escena real en parque infantil de Bilbao. Una madre a su hija. -Cariño, ¡no te toques eso!

-¿Por qué? Nicolás se toca el pito y no le dices nada.

-Pero él es un chico, cariño. ¡Tú eres una princesa y las princesas no se tocan ahí!

¡Vamos allá! Me viene la imagen de un asno con orejeras que le impiden ver lo que queda fuera de su camino. Ni hierbas que mordisquear, ni estanques en los que calmar la sed, ni otros asnos con los que pararse a charlar un rato sobre asuntos de asnos. Sigamos recto. Avancemos por el camino de la culpabilización femenina con esta falta de naturalidad en el tratamiento de la información acerca de cómo obtener placer físico para una niña que después será mujer, como bien sabe Julio Iglesias. ¿Vamos a ponerle a la criatura de 5 años vídeos de masturbaciones para que se haga con el know how? No es necesario. Pero sí podemos explicarle con un lenguaje y de un modo adaptado a su edad algo que es orgánico, que forma parte del conocimiento de nuestro cuerpo y que contribuye al autoconocimiento, a la autoestima, a la mejora de las relaciones de pareja? a cuestiones que ayudan a cimentan el bienestar personal. Si la señora que reprendía a su niña viviese en Pamplona se habría lanzado de cabeza a la corriente que está desvalorizando el programa educativo Skolae del Gobierno de Navarra con un argumento tan peregrino como que fomenta las vivencias sexuales en las aulas de Infantil. Su forma de verlo me recuerda aquellas míticas escenas de Los Serrano en que Antonio Resines perseguía con la escobilla del váter a sus hijos recriminándoles que tenían una mirada sucia. No soy Antonio Resines y cada cual educa a sus criaturas como quiere, sabe y puede. Pero la obligación de la educación pública es transmitir y asentar valores de igualdad y de respeto. Y creo que quien no lo ve así, tiene un problema. Y sus hijos, sin elegirlo, más.