Números y letras. Alternativa para la composición del callejero pamplonés. Algo frío para no calentar los ánimos. Neutro. Aséptico. Números para las vías principales. Letras para calles transversales. Como norma general, que a Santo Domingo, Mercaderes y Estafeta no hay quien les quite su servidumbre al encierro. Al menos mientras perdure esa tradición sanferminera, cada vez más controvertida. A la plaza Consistorial se le suma la del Chupinazo. La implantación en algunos barrios será más complicada por su intrincada trama urbana, pero el ingenio diseñador superará las dificultades. Ninguna institución, ninguna persona, nada ni nadie merecen perpetuarse en la memoria colectiva. Todas tienen su lado oscuro. Todas provocan reticencias. Todas son susceptibles de respetable rechazo, emocional o racional. Fuera monarquías, santos, vírgenes, papas, políticos, militares, aristócratas, intelectuales, artistas, países, comunidades, ciudades, pueblos, monasterios, gremios y otras fuentes de inspiración. Sobran hasta los grandes principios. Por su grandilocuencia en contraste con la realidad: Libertad, Paz, Democracia. La orografía y la hidrología, mejor visitarlas que nombrarlas. Una herramienta menos para la discrecionalidad de raíz política y el subsiguiente conflicto. Una ciudad mítica como Nueva York y los funcionales polígonos industriales y comerciales lo tienen resuelto así. Más sencilla la lectura de los mapas y la orientación por GPS. Mejor para carteros, repartidores y turistas. Para los jóvenes y sus maneras de orientación. También para las emergencias. Se evitarían situaciones paradójicas: persona no creyente en vía de titular confesional, promiscua en calle dedicada a la castidad, vegana en la de carniceros, pacifista en domicilio postal con placa castrense, calle Mayor que ya no lo es, rúas con nombres de quietud o silencio en el casco antiguo de Pamplona. Códigos postales y cartografía alfanumérica. Pragmatismo. Y en paz.