hora lo mismo te encuentras un obispo en Instagram que un rabino montando homilías en YouTube. Sí: ellos también tienen derecho a su vida, aunque sería deseable que nos dejaran al resto vivir la nuestra. Es que la historia muestra más bien la contumacia clerical de interferir en asuntos de libertades y derechos... El otro día el obispo de Donostia pontificaba sobre la pinta que llevan las tías: ponía dos fotos en las que se veían unas modosas jóvenes de los 50 y luego una actual con una pierna de vaquero con rotos. Y decía que "el progresismo es un virus que te permite regresar a las cavernas, al mismo tiempo que piensas que estás llegando a la Luna" (sic). Las chicas de los 50 no podían abrir una cuenta corriente, ni tener pasaporte; los obispos que precedieron a Munilla las condenaban a desaparecer en torno al nacimiento de su hijo porque estaban impuras, hasta que les hacían una ceremonia obligándolas a arrodillarse a la entrada de la iglesia. Eran los tiempos de la mujer ama de casa y sumisa al hombre, ninguneada por un sistema totalitario que además contaba con todas las bendiciones eclesiales. Futesas, dirá el mosén, más preocupado porque la progresía se adueña de las mujeres, que empiezan por vestir con vaqueros y acaban empoderadas y otros pecados capitales. La frase que he citado es como para hacerse una camiseta porque, de verdad, eso de regresar a las cavernas asociado a lo progre es un hallazgo genial. Reconózcanlo: ¿cuántas veces han asociado la caverna a la católica iglesia metomentodo?

Si no quieren las fake news católicas pueden optar por ese rabino youtuber que afirma que la vacuna del coronavirus te vuelve gay. Nada de que te inserta un chis para controlarte, directamente te hace maricón porque usa "un sustrato embriónico". Eso dice. Lo mismo también le molestan los vaqueros rasgados.