l capitán Cuarentena es un superhéroe colombiano acostumbrado a pelearse con villanos, monstruos y meteoritos. Durante la crisis del infectrón, tiene que cuidar de su familia a jornada completa porque su mujer es médica y trabaja sin límite horario. La serie plantea con humor el escenario desconocido al que se enfrenta un padre de familia que deja de lado el trabajo externo, productivo y visible y aborda el trabajo de cuidados, algo para lo que no está preparado. Salvar el mundo supone quedarse en casa y convencer a otros de que lo imiten.

Lo dicho, una ficción colombiana. La realidad global es que están siendo las mujeres quienes en mayor medida están proporcionando los cuidados a menores y personas dependientes. Las que están pidiendo excedencias por cuidado, adaptaciones de jornada, licencias sin sueldo y reducciones de jornada (que pueden alcanzar el 100% si fuera necesario, con la correspondiente merma retributiva) tal como recoge el Real Decreto-ley 8/2020, de 17 de marzo, que propone medidas urgentes y extraordinarias para hacer frente al impacto económico y social del COVID-19. Pero como el Real Decreto se olvida de que estas medidas se aplican en un escenario ya desigual, su puesta en marcha va a aumentar la desigualdad económica y social entre hombres y mujeres.

Las mujeres van a cuidar más y cobrar menos. En principio por dos razones. La primera, porque ya lo hacen, no hay más que mirar las estadísticas, son las que tradicionalmente abandonan el mercado de trabajo ante la falta de recursos de conciliación y los escasos niveles de corresponsabilidad. La segunda, porque las mujeres cobran menos que los hombres ya que trabajan en sectores peor pagados, con mayor temporalidad y precariedad, y, si hay que recortar un ingreso, lógicamente se recorta la partida más reducida. Así, tenemos mal plan.