Muchas conocidas de mi entorno protestaban de crías al ser obligadas a hacer la cama a sus hermanos y tantas otras tareas, mientras los chavales de aquellas casas no pegaban palo. Quiero creer que vamos cambiando, pero estuvimos y estamos rodeados de lo que hemos dado en llamar micromachismos.

Aquello de que nos tilden de señoritas a cualquier edad, en vez de señoras por ser solteras, y nos crean un peligro al volante; que insistan en que estamos más monas cuando nos maquillamos o que se entregue la cuenta a los hombres aunque la comanda la hayamos pedido nosotras. La lista es eterna.

Lectoras, cerrad los ojos y recordad. A mí, como consumidora de café solo, me irritan los muchos cafés con leche o cortado que me han plantado delante mientras a mis acompañantes masculinos les ponían el mío, que no me entiendan cuando explico que los piropos no gustan y que a las mujeres les llamen por el nombre y a los hombres por el apellido. Sobre todas las cosas, no soporto que nos pregunten con condescendencia si estamos solas el día que salimos las amigas sin chicos, por no hablar de esa injusta creencia según la cual los padres han de estar en su vejez peor atendidos en las casas con hijos varones que en aquellas en las que en su día nacieron niñas. Cerrad los ojos y recordad?