n esta comunidad vivimos unos 650.000 habitantes y la población de Pamplona ronda los 195.000. Sin embargo, todos los años alguna autoridad y ciertos medios de comunicación repiten machaconamente aquello de que los Sanfermines acogen a millones de visitantes y siempre me pregunto lo mismo: ¿dónde se mete semejante marabunta? La última en citar dicha cifra ha sido la presidenta María Chivite, quien esta semana aseguró en un foro aquello de "siento mucho dar malas noticias, pero una fiesta que trae a Navarra a millones de personas no puede ser". Al margen de si era o no competente para adelantar semejante decisión, sus palabras pasman a cualquiera que conozca Pamplona y sus calles del 6 al 14 de julio. Los lugares abarrotados, las mareas humanas y las aglomeraciones se dan, pero es imposible que siquiera un millón se apelotone en unas zonas tan limitadas como son el Casco Viejo y unos cuantos puntos de algunos barrios porque, seamos serios, el jolgorio se desvanece fuera de estos espacios hasta acabar desapareciendo. Me aburre esta reiterada manera de vender fuera las fiestas de mi casa, no hace falta, es pueril y exagerada. Los Sanfermines no son ni serán más o menos por el número de gentes que acuda a vivirlos y, desde luego, no necesitan de hipérboles.