l a imposición del artículo 155 en Catalunya y la convocatoria de elecciones para el día 21 de diciembre ha generado un daño colateral indudable entre las filas de los partidos independentistas. La unidad de acción exhibida de puertas afuera (las trifulcas internas han sido colosales, pero se han aireado poco) se ha truncado con la llamada a las urnas. Cada formación intenta ahora en un indisimulado sálvese quien pueda rentabilizar electoralmente el tirón emocional y político del procés. Andan perfilando sus estrategias teniendo en cuenta que los aliados de entonces son ahora adversarios en las urnas y que las alianzas se tornarán en gresca ya que casi todos pescan en el mismo caladero de votos. ERC, que se sabe ganadora, apuesta firmemente por ser la fuerza hegemónica después de cuatro décadas de dominio convergente. Por eso rechaza a la chita callando la “lista de país” propuesta por Puigdemont. Quiere controlar el movimiento independentista sin injerencias de otras formaciones. Alejándose de los antisistema de la CUP y girando hacia el centro para arrebatar espacio electoral al PDeCAT. De ahí que su portavoz no se ruborizara ayer al afirmar que el Govern no estaba “suficientemente preparado” para “dar continuidad política de forma sólida” a los resultados del 1-O. El partido de Colau aspira también a ser decisivo, como líder de la izquierda y como vertebrador del derecho a decidir y de una consulta pactada. Por eso, y en una clara maniobra electoralista que amenaza la estabilidad del consistorio, no ha dudado en romper la alianza con los socialistas en Barcelona. La CUP sigue siendo la única fiel a su ideario, aunque no ha decidido el formato de su participación, en el caso de que concurra. En el PDeCAT están a verlas venir y ha sido Puigdemont el muñidor de la estrategia. El expresident sigue siendo un activo político de innegable tirón popular. Por ello ha sacrificado las siglas de partido para encabezar Junts per Catalunya, una nueva plataforma, con el PDeCAT como base, que plantará cara a ERC y a la CUP por los votos independentistas y que ya está empezando a quitar el sueño a Oriol Junqueras, que hasta ayer se veía como el 131 president de la Generalitat.
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