n la Historia del rock hay pequeñas historias tan interesantes como ésta del canadiense Neil Young, el más destacado del grupo de folk rock Crosby, Stills, Nash and Young, que ya andaban zurrando a finales de los 60 (su segundo gran concierto fue el mítico Woodstock'69 y, ante semejante mogollón de público, Stills admitió ante el micrófono: "Estamos cagados de miedo").

El caso es que a Neil Young le va muy bien durante toda la década, pero a finales de los 70 se queda impresionado con el surgimiento del punk rock, hasta el punto de temer que los gustos cambien tanto que él no vuelva a vender discos y se tenga que buscar un trabajo de verdad.

Y si algo le llama la atención es el modo de los músicos punk de entregarse, ese carpe diem autodestructivo que tiene a los Sex Pistols como máximo exponente.

Young plasma esas inquietudes personales en el significativo título de su disco de 1979 Rust Never Sleeps (El óxido nunca duerme) y en una frase de la primera canción que va a dar mucho que hablar: citando a Johnny Rotten, vocalista de los Sex Pistols, pero en clara referencia a Sid Vicious, bajista de ese grupo, muerto por sobredosis, canta: "It's better to burn out than to fade away" ("Es mejor consumirse (o inmolarse) que desvanecerse".

Nada nuevo bajo el sol si recordamos que mucho antes vaticinaban a Aquiles que podría escoger entre una vida breve, pero que le daría la inmortalidad, o una vida larga pero anónima. Y cómo Aquiles eligió la fama.

Lo más curioso de la frase de Neil Young es que cabreó mucho al exbeatle John Lennon: "Convertir en héroes a Sid Vicious o a Jim Morrison es una basura. A mí me gusta la gente que sobrevive. No quiero que a mi hijo Sean le gusten Johnny Rotten o Sid Vicious, que solo enseñan muerte".

Y lo más terriblemente irónico, o irónicamente terrible, es que, apenas unos meses después, un zumbado mató a John Lennon y lo convirtió para siempre en un icono, mientras que McCartney sigue cumpliendo años (va ya por los 79) y sacando discos que cada vez interesan a menos gente (algo que, por otra parte, también le pasa al propio Neil Young). Es decir, desvaneciéndose.

Casi todos, si nos dan a elegir, preferimos la longevidad (o, aún mejor, lo que quiere Woody Allen: "Lograr la inmortalidad por el método de no morirme"). Pero el afán de algunos de ser brillantes estrellas fugaces es muy comprensible.

Casi todos, si nos dan a elegir, preferimos la longevidad.

Pero el afán de algunos de ser brillantes estrellas fugaces

es muy comprensible.