los nostálgicos del sociorregionalismo, o más propiamente de la genuflexión del PSN ante UPN, añoran el apaño de 2007 para que Puras no fuera presidente con el apoyo de NaBai e IU. Pero doce años después concurren siete circunstancias que dificultan la confabulación, incluido el fin de ETA, aunque UPN todavía espera un giro brusco de los acontecimientos en forma de veto de Sánchez a Chivite por sus propias urgencias presidenciales. En lo que atañe en concreto al PSN, ahora se trata de la fuerza más votada en el segmento de progreso y ha interiorizado plenamente que la entrega del Gobierno a la derecha le privó de casi un tercio de sus votantes, a lo que añadir el factor Cerdán, el factótum navarro clave para neutralizar la ofensiva conservadora desde la sala de máquinas de Ferraz. También UPN ha cambiado, hasta el punto de que la candidatura de Esparza integró, además de a los laminadores del autogobierno de Ciudadanos como baza para el PSN, al PP como antagonista del PSOE por todo el Estado. La derivada es que la optimización cierta de los votos a la diestra por Navarra Suma se traduce en dificultades objetivas para convertir los escaños en un pacto que le granjee la Diputación apelando al PSOE. Precisamente por esa alianza de hierro con el PP, visualizada en un grupo parlamentario compartido, UPN ya no puede ofrecer como en 2007 -ni sería creíble que lo hiciera- la ruptura con los populares, la oferta que Zapatero no pudo rechazar. Además, y a diferencia de hace doce años, al PSOE le resulta ahora contraproducente ceder ante la derecha navarra aunque el acoso se reproduzca miméticamente en toda su virulencia. Al contrario, el pasteleo con el regionalismo dinamitaría la consistente dinámica de acuerdo entre el socialismo y el PNV tanto en la CAV como en el Congreso -donde los jeltzales ostentan seis escaños, el triple que Navarra Suma-, por lo que el cálculo de coste/beneficio no le sale a cuenta al PSOE. Así que la responsabilidad de aquilatar una gobernanza social y pluralista para Navarra corresponde a las siglas que aquí la ambicionan. Para notoria desesperación del mejunje ultraconservador, de tal calibre que llega a la indecencia de poner sobre la mesa los cadáveres de los socialistas asesinados por ETA. Como si la funesta huella del terrorismo condenara al PSN al rol de secular lacayo de UPN y a Esparza le perteneciera la presidencia por un don natural.