La ultraderecha y sus posicionamientos no son solo una seria amenaza teórica a las libertades a través de mensajes provocativos en las redes, son parte de una realidad que ha llegado a las instituciones para tratar de acabar con muchas de esas libertades y logros sociales que tanto han costado conseguir. Eso es lo preocupante. Nadie dijo que la lucha por la igualdad estuviera ganada, es algo que hay que interiorizar y conquistar cada día. Evitar los retrocesos es tan importante como avanzar para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres, frenar el machismo y lograr una sociedad donde todos y todas tengamos los mismos derechos. Y las instituciones tienen que liderar ese trabajo para acabar con esa brecha. En pleno siglo XXI no se debería entender la política desde otra óptica. Y en muchos casos es así, como ha sido y es en Navarra, con políticas activas y comprometidas con la igualdad que abarcan de manera transversal todos los departamentos y acciones políticas. Pero estamos en un momento delicado. Vamos hacia atrás. Pamplona va hacia atrás, por libre, sin escuchar ni a su Gobierno ni a la sociedad. Navarra Suma va hacia atrás siguiendo la preocupante estela de Vox y sus voces sensacionalitas y provocativas. La censura siempre es mal aliado en la política, pero lo es más todavía cuando esa censura va directamente contra una parte de la sociedad. De ahí que no se entienda sino desde la provocación y la ignorancia la decisión del alcalde Maya y su equipo de cancelar una charla programada en la casa de las mujeres en la que se iba a abordar un tema que tiene que ver con la libertad sexual, Brecha orgásmica: de cómo el patriarcado nos persigue hasta en la cama, un título que buscaba poner de relieve cómo la desigualdad llega hasta el plano sexual. Hablar de sexo y de mujeres es algo que está a la orden del día, aunque la derecha lo ignore y quiera evitarlo. En los tiempos en los que triunfa el Satisfyer, el estimulador de clítoris que ha arrasado como regalo en Navidad, convirtiéndose en protagonista de muchas conversaciones en las que el sexo y las mujeres ocupan el primer plano, es inaceptable, triste, absurdo y preocupante que se censure una charla por un título provocativo. Intentar silenciar la realidad difícilmente acaba con ella. Es más, le da alas para gritar más fuerte.