jalá pronto las familias y los amigos, puedan volver a sentarse alrededor de la mesa como antes de la pandemia, sin restricciones ni toques de queda. Llegará, pero aún no toca. Los tiempos, con los datos de incidencia y hospitalizaciones actuales, no están para bromas. Pero creo que siempre hay que dejar un resquicio para el sentido del humor, para la risa, para el optimismo. Saber hasta en los tiempos duros reírnos un poco de nosotras mismas. Tratar de relativizar esta complicada situación con la ayuda del humor. Antes del 2020, en cualquier familia local, según decían las grandes estadísticas sociológicas de Navarra, raro era no encontrar entre sus miembros a alguien que trabajara en la Volkswagen, un primo foral, un funcionario/a... y de eso se hablaba. Las cosas ahora son diferentes. Todo depende del cristal con que se mire. El covid lo ha distorsionado todo. Ahora interesan otros temas. En tiempos de covid una familia estándar seguro que tiene a una abuela o abuelo Pfizer, una pareja con anticuerpos, un tío o tía AstraZeneca, un hijo que acumula tres o más PCR, la prima más antígena, un sobrino con un par de sanciones por botellón o saltarse el toque de queda, y el que lidera las cuarentenas... La pandemia nos ha cambiado hasta el lenguaje. Incluso el pensamiento. Ahora es más delicado en una cena familiar hablar de covid que de política, cada uno pensamos de una manera, lo mismo de los test, que de las vacunas; de lo que hace el Gobierno o de si hay que seguir o no en estado de alarma. Demasiado falso epidemiólogo sentado a la mesa. Pero quizá habría que darle la vuelta a la situación y cambiar los contenidos. Como cantaban los Rodríguez, es hora de brindar por la vacuna del covid, cuanto antes y para cuánta más gente mejor, pero también me gustaría activar otras herramientas. Aunque suene simbólico. Me encantaría que la gente fuera positiva de verdad, no solo en los test. Que generemos anticuerpos de solidaridad. Que la PCR nos midiera el Punto de Compromiso y Responsabilidad. Que sepamos abrir el perímetro de nuestra zona de confort para alcanzar a ver lo que nos rodea y que nuestros contactos estrechos lo sean de verdadera amistad. Sinceramente, creo que más allá de las familias, una buena burbuja de convivencia, esta pandemia ha puesto a prueba sobre todo el valor de la amistad. La alta incidencia de situaciones excepcionales ha dejado un cribado en nuestras relaciones dejando a la vista quiénes son verdaderos y verdaderas amigos y amigas. Aquellos que nunca fallan y están ahí, sin restricciones ni condiciones. Contactos estrechos de gran valor.