on los Presupuestos para 2021 recién aprobados y listos para su entrada en vigor el 1 de enero (quién se lo iba a decir a Pedro Sánchez tras ser investido en segunda vuelta hace un año), el Gobierno progresista ha respirado tranquilo porque ha logrado validar con mayor holgura de la prevista las cuentas públicas más importantes de la historia democrática de España. Por el éxito político que suponen y porque deberán estar al servicio de la lucha contra una crisis sanitaria y económica sin precedentes y porque contienen un inédito aumento de gasto e inversiones gracias a los 27.000 millones de euros procedentes de las ayudas europeas aún por llegar desde Bruselas. El histórico proyecto de izquierdas presidido por Sánchez y espoleado por Pablo Iglesias tiene ya una sólida base y la casi segura certeza de agotara toda la legislatura para afianzarlo. Pero no todo va a ser un camino de rosas. El diálogo social está estancado y temas pendientes como la subida del asalario mínimo, la derogación de la reforma laboral de Rajoy y las decisiones sobre las futuras pensiones generan no pocas controversias políticas en el seno del Ejecutivo y recelos de los sindicatos, que no descartan movilizaciones en los próximos meses ante la parálisis negociadora. Sin olvidar que la omnipresente vigilancia y supervisión de Bruselas también condiciona el alcance y el calendario de las reformas pendientes pero comprometidas con los agentes sociales. Tras la postura reincidente de la patronal de poner palos en la rueda del diálogo con los más variados motivos y siempre apelando a la crisis como excusa -al igual que en algunos pesos pesados del gabinete - toca ya encarar con valentía las reformas pendientes para salir de la pandemia con mayor equidad y justicia social de las acostumbradas históricamente con la derecha instalada en La Moncloa. Protegiendo a los más vulnerables, reforzando derechos que deberían ser inalienables y descargando el peso de la crisis de los hombros de los de siempre. Es el reto del Gobierno y en el que debe empeñarse ahora reforzando el diálogo social y manteniendo como faro sus premisas y promesas electorales. Y sin apelar constantemente a la crisis como coartada.

Tras los Presupuestos toca encarar con valentía las reformas pendientes para salir de la pandemia con mayor equidad y justicia social de la que nos tiene acostumbrados la derecha