La libertad de circulación es un derecho tan básico que está reconocido en el artículo 13º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. No hace falta recordar, sin embargo, que entre las desgracias que nos ha traído la pandemia está el recorte que venimos sufriendo en las libertades individuales. Soportamos imposiciones, seguramente necesarias, pero que desde la autoridad gubernativa se han manejado con golpes de efecto muchas veces desatinados. No olvidemos aquellas comparecencias de hace un año, en las que para explicarnos la evolución de la pandemia había más uniformados que epidemiólogos que, además, tenían tendencia a meter la pata cuando abrían la boca. También llegamos a tener un injustificado despliegue militar por el centro de la ciudad, con tintes entre amenazantes y provocadores en la tierra de la insumisión por excelencia, que terminó por resultar tan extemporáneo como ridículo. Y un año después de todo aquello seguimos teniendo mucha policía en las calles. Algo que no es precisamente sinónimo de que las cosas marchen bien. De hecho, la calidad democrática de una sociedad también está estrechamente relacionada con la presencia policial. Si la hay, pero no se le ve, suele ser síntoma de que las cosas funcionan bien. En cambio, allá donde están por todas partes, se impone la sensación de que su excesiva presencia obedece a falta de seguridad. Algo de esto empieza a pasar por aquí, donde los controles policiales de movilidad, alcohol o drogas, algunos de los cuales ocasionan unos atascos colosales, son cansinamente habituales. Por cierto, no deja de ser llamativo que la policía sea tan persistente en establecer estos controles de movilidad como huidiza para desaparecer cuando algunos puntos de la ciudad se colapsan y más se le necesita. Atascos, por otro lado, previsibles, porque se repiten a diario, en los mismos sitios y a las mismas horas, pero a los que no se pone remedio. Eskorbuto hacía brincar a la juventud en los 80 con aquel tema titulado Mucha policía, poca diversión. Cuatro décadas después, hay canciones que no pasan de moda.