si la necesidad de renunciar a las siglas de UPN justo el año en que se conmemora el 40 aniversario de la fundación de este partido para impulsar una nueva plataforma electoral con las derechas antiforalistas de PP y Ciudadanos ya era una muestra de debilidad electoral de Esparza, la puesta en marcha de una inmensa campaña mediática para tratar de justificar las evidentes contradicciones que esa apuesta conlleva es un paso más que incide en esa misma debilidad. Basta repasar la hemeroteca para saber que ni UPN -o al menos ni Esparza ni sus principales dirigentes- puede estar cómodos en un experimento obligado por las urgencias electorales cuando hace apenas unos meses pregonaban en los medios lo contrario. O directamente descalificaba en público las posiciones antiforales de Ciudadanos y del nuevo PP de Casado. Y lo mismo sirve en el caso contrario. Esa misma hemeroteca está repleta de afirmaciones públicas y de mensajes en las redes sociales en los que Rivera arremete directamente contra el régimen foral de Navarra y los derechos históricos reconocidos en la Constitución calificándolos de invento, de privilegio o de falsedad. Y lo mismo puede servir para Casado, quien empeñado en una cruzada de competencia demagógica y mediática con Ciudadanos y Vox lleva meses defendiendo el no traspaso de las competencias pendientes -24 en el caso de Navarra pactadas en el Amejoramiento- e incluso la recuperación para Madrid de competencias como educación. Que Rivera y Arrimadas y Esparza y Casado digan ahora lo contrario de lo que decían es una muestra de la debilidad ideológica de una coalición que bajo el nombre de Navarra Suma es únicamente un intento de repartirse escaños en el Parlamento de Navarra -lo que ya admite de partida la dificultad de recuperar el poder en mayo- y de impulsar como prioridad en el conjunto del Estado un frente derechista que eche al PSOE del Gobierno y a Sánchez de la Moncloa. Es entendible que Esparza haya intentado una apuesta que le garantiza al menos maquillar los resultados electorales. Incluso que haya sectores del electorado conservador en Navarra y de los poderes fácticos que vivieron cómodamente del régimen anterior que vean con buenos ojos esta experiencia. Pero es igualmente entendible que la sociedad navarra no se deje engañar por los cantos de sirena de lo que no es más que una suma de intereses personales, económicos y partidistas basado en un cúmulo de mentiras que se intentan cubrir como estrategia electoral.