dos nuevas declaraciones del presidente del PP y candidato de este partido, Pablo Casado, desnudan su ideología unitarista y recentralizante, cercana a la ultraderecha si no parte de ella, y adelantan la regresión que preconiza y pondría en marcha desde el denominado Estado de las Autonomías hacia un estado uniforme. Casado, al igual que Ciudadanos -actuales socios electorales de UPN en Navarra- y Vox, ni siquiera lo hizo en el calor dialéctico de un mitin, sino que desgranó sus intenciones en el transcurso de una cita informativa, donde desnudó su alma política, muy alejada de los principios que se constatan en la Constitución de 1978 y en las leyes orgánicas que componen el denominado bloque constitucional. Así, el anuncio de su intención de aprobar una “ley de lenguas” que dejaría al castellano como única obligatoria para acceder a la administración eliminando el requisito de conocimiento del resto de lenguas oficiales en el Estado, situaría a estas en situación de inferioridad e incumpliría el art. 3.2 del texto constitucional que otorga la oficialidad a las otras lenguas en sus comunidades autónomas “de acuerdo con sus estatutos”. En el caso de Navarra, cercenaría una vez más el carácter de lengua propia de Navarra del euskera. Y lo que plantea Casado es incluso contrario a la decisión del Gobierno del PP en Galicia, que acaba de aprobar la necesidad del conocimiento de la lengua gallega para acceder al cuerpo de profesores de la comunidad. Del mismo modo, la pretensión de Casado de dar prevalencia a la Policía Nacional y la Guardia Civil sobre las Policías autonómicas ignora el art. 149.1.29ª de la Constitución que otorga la competencia de seguridad al Estado “sin perjuicio de la posibilidad de creación de policías por las CCAA en la forma que se establezca en sus respectivos estatutos”. En el caso del Amejoramiento, la recuperación de las competencias de Tráfico y Seguridad Vial para la Policía Foral eliminadas por el franquismo y pendiente cumplimiento desde 1982. En definitiva, lo que Casado anuncia no es ya la inobservancia o limitación que han sufrido los acuerdos que sobre autogobierno hicieron también posible la transición de la dictadura a la democracia, sino la directa liquidación de otros dos pilares fundamentales de ese autogobierno -además de la propia capacidad fiscal y del Convenio Económico, en el punto de mira del centralismo-, el euskera y la Policía Foral, que además son así reconocidos y respaldados por la mayoría de la sociedad navarra.