la propuesta de Rivera de intentar chantajear a Sánchez con una abstención, junto al PP de Casado -al que le tiende la misma trampa electoral que al líder del PSOE-, para facilitarle ser investido presidente a cambio de romper el Gobierno de Navarra que preside la socialista Chivite con el apoyo de Geroa Bai, Podemos e I-E es un nuevo insulto a la libre y democrática voluntad política de los navarros y navarras. A Ciudadanos y al PP, con la complicidad política de UPN que apenas actúa de segundón en este treatillo a costa de Navarra, la realidad social y política de esta tierra les importan nada. De hecho, son partidos que no hubieran obtenido representación institucional, o como mucho algo menos aún que la residual que tienen ahora, si no hubiera sido porque se la regaló Esparza en las elecciones de mayo. No les interesa Navarra, ni su sistema de autogobierno foral ni las demandas y problemas de la sociedad navarra. Simplemente utilizan a Navarra como un elemento de burdo chantaje político. Navarra ya no es ni una cuestión de Estado, es solo una pieza a intercambiar en las cloacas partidistas que se juegan a cientos de kilómetros de los intereses reales de los navarros y navarras. No es nuevo esto. Las derechas española y navarra han jugado durante décadas -si no siglos- con Navarra en sus trampas de trileros por el poder. Pero la realidad democrática actual de Navarra es clara, contundente y, sobre todo, pretende ser efectiva en su apuesta por avanzar en la convivencia, la mejora social y económica y el respeto a su pluralidad. Esa mayoría es hoy mucho más amplia que la inexistente minoría de Rivera y Casado. Y también que el seguidismo inútil de UPN. La trampa de las derechas a Sánchez, motivada por su irresponsabilidad -y la de Iglesias- de no llegar a una investidura de valores progresistas que le haga presidente afecta también a ese igualmente antidemocrático acuerdo preventivo para la aplicación del artículo 155 en Catalunya, que supone un torcimiento involucionista de los principios constitucionales, además de apropiarse desde la oposición de una potestad que solo corresponde al Gobierno -también en el caso de los posibles indultos- y, en último caso, a una mayoría absoluta del Senado. Finalmente, no puede considerarse sino burdo populismo electoral, la pretendida condición de no subir los impuestos ni la cuota de los autónomos cuando el mismo BCE acaba de cuestionar el margen fiscal y de gasto del Estado español, que sitúa como el segundo peor, tras Grecia, de toda la UE.