edro Sánchez compareció ayer tras el último Consejo de Ministros el año para realizar balance de los doce primeros meses del primer Ejecutivo de coalición de la historia de España. En una prolija y larga explicación llena de datos, el jefe del Ejecutivo cifraba en un 23% el grado de cumplimiento de sus objetivos, tanto los adquiridos en el acuerdo con Podemos y en su discurso de investidura del 4 de enero, como los posteriores a la declaración del estado de alarma en marzo. Sánchez remataba su balance asegurando que a mitad de 2021 ya se habrán cumplido hasta el 33% de los compromisos y que el porcentaje llega al 90% si se tiene en cuenta, explicaba, tanto los compromisos cumplidos como "aquellos en los que ya se está trabajando". Su comparecencia estuvo plagada de un indisimulado triunfalismo en un año difícil, marcado por la pandemia y la consiguiente crisis, que han condicionado el desarrollo del programa progresista. En este primer año, la coalición ha tenido que afrontar una situación excepcional y ha vivido numerosas tensiones con la oposición y con las comunidades autónomas a cuenta de su gestión. No han sido las únicas, porque ha habido un tira y afloja constante entre los propios socios del Gobierno, sobre todo con las medidas económicas a tomar, pero también con el relato. La aprobación de los Presupuestos ha traído sosiego y aunque la agenda de reformas sociales y laborales es el siguiente y complicado reto -con la subida del salario mínimo de momento aplazada y con una pugna soterrada por la reforma de las pensiones- que pondrá a prueba la solidez de la coalición, Sánchez abordó dos temas acuciantes. El primero, la crisis de la monarquía tras los escándalos del emérito. Para ello abre la puerta a una Ley de la Corona para la modernización, la transparencia y la fiscalización de la Jefatura del Estado, desoyendo las numerosas voces que proponen una consulta popular sobre la monarquía. El segundo, Catalunya. Sánchez insinuó, sin concretar plazos ni condiciones, que aceptará las peticiones de indulto solicitadas para los líderes independentistas condenados por el procés en una clara apuesta "por el reencuentro, por la reconciliación y por la convivencia en Catalunya, y de Catalunya para con España". Mucha propaganda, buenas intenciones y complicados retos que cumplir.
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