l proceso de vacunación y su última polémica con el retraso de Pfizer ofrece una lectura sanitaria y otra política. La sensación de esperanza y optimismo que se extendió al final de diciembre con la llegada de la ansiada vacuna contra la covid-19 tras una investigación científica global histórica se ha transformado en un clima de ansiedad, tensión, una nueva guerra de cifras y datos y cruces de declaraciones. Los sistemas y responsables sanitarios han tomado ya nota del sentir general y social sobre la necesidad de vacunar cuanto más y mejor, por lo que toca de nuevo confiar y dejar trabajar a los profesionales y gestores de la salud que, como en otros asuntos previos (PCR, UCI...), han demostrado su capacidad de reacción y aprendizaje. En el entorno más cercano, la decisión de Pfizer -valiéndose de su cuasimonopolio- de una reducción temporal del suministro ha confirmado la sensatez de la apuesta de algunas sistemas sanitarios como el navarro y el vasco que habían decidido mantener una reservar estratégica de dosis para garantizar una segunda vuelta y solventar incidencias de este tipo, pese a las erráticas y cortoplacistas directrices ministeriales alimentando además una competición basada en porcentajes más que en criterios de eficiencia y priorización sanitaria. Llama la atención que dos de los sistemas públicos con mayor solvencia y reputación a nivel estatal como Osasunbidea y Osakidetza hayan tenido que soportar duras críticas por una estrategia que tenía una lógica ahora confirmada. Sin embargo, de nuevo el doble efecto distorsionante de Madrid (centralización del plan desde el Ministerio y pugna con la comunidad autónoma) ha provocado una situación que merece ya una lectura política más allá de lo sanitario. Como ya sucede con otros debates se ha vuelto a demostrar aquí una falta de madurez estatal con una doble penalización injusta amparada en una supuesta equidad. Primero sometiendo a las autonomías a la dictadura de un ranking de vacunación simplista y ahora disminuyendo sobre la marcha las remesas de dosis preasignadas privilegiando, aquí sí, a algunas autonomías que apostaron por ese sprint mediático-político de la vacunación por encima quizá de otros criterios y no contaban con dosis para la segunda vuelta. En lo que atañe a Navarra, la reserva estratégica disponible permitirá mantener la planificación y el ritmo de vacunación que ya está llegando a tres colectivos claves como sociosanitarios, sanitarios y grandes dependientes con una gran respuesta por parte de los afectados. Y eso es lo más importante.