La dinámica del empleo en Navarra afronta retos diversos, desde la dualidad salarial y de ocupación entre hombres y mujeres, el estancamiento laboral de la juventud como obstáculo para su emancipación social o los parados de larga duración por encima de los 50 años. La tasa de empleo apunta, es cierto, a una reducción progresiva del paro en Navarra en los últimos años, más allá de los vaivenes de la sucesión de crisis que está viviendo el mundo en este siglo XXI que influyen con sus incertidumbres en el mercado de trabajo. Pero hay uno que asoma en el horizonte, la realidad de que unos 70.000 trabajadores navarros y navarras mayores de 55 años se van a jubilar en un periodo de tiempo de apenas 10 años. Un escenario que tiene tantas sombras de amenaza como luces de oportunidades. Las sombras llegan desde la necesidad de contar con unas nuevas generaciones cualificadas laboral y profesionalmente para garantizar ese relevo en el trabajo en un momento histórico en el que la pirámide poblaciones gira en sentido contrario. Navarra cuenta con similar número de jóvenes entre los 15 y 25 años ahora con la suficiente preparación para asumir esa responsabilidad. Al menos estadísticamente. Sin olvidar que ya es una hecho objetivo la importancia de los sucesivos flujos migratorios –parados en los últimos años por la crisis y la pandemia–, para mantener la capacidad productiva en diversos sectores en Navarra. De hecho, en la actualidad la tasa de empleo en esos tramos de edad es del 75% y debería llegar al 100% para completar el relevo total de esas jubilaciones que vienen. Es una cuestión global en Occidente que está generando problemas de adecuación entre oferta de trabajo y demanda, la llamada recesión laboral. Adecuar la formación de las nuevas generaciones a todo ello sigue siendo una apuesta imprescindible, si se quiere poder cubrir esas necesidades y al mismo tiempo aprovechar el talento propio de esos jóvenes y asegurar su arraigo social como factor clave de futuro para los intereses generales de Navarra. También lo debe ser de las propias empresas interesadas en asegura el valor de su capacidad de producción con la calidad de un trabajo y unos salarios que aseguren la continuidad un modelo de relaciones laborales y estado de bienestar lo suficientemente atractivo para posibilitar que Navarra mantenga equidad social y calidad profesional.