No creo que a estas alturas ya merezca la pena analizar los comunicados del PP sobre la política navarra. Tampoco los de UPN o algunos parlamentarios del PSN. No sólo no tienen que ver con la realidad de los hechos que pretenden malamente valorar, sino que son siempre un compendio de falsedades y tonterías. Y casi siempre pésimamente redactadas en ese castellano que ensalzan como único idioma patrio o algo así. Pero la última pasada de frenada del PP, que afirma que en la inversión de la empresa pública Sodena en el proyecto de la empresa Davalor -2,8 millones de euros- ve, se supone que de ver, indicios de prevaricación y malversación de fondos públicos, exige al menos un contexto. Por supuesto, no aporta prueba alguna ni de la supuesta prevaricación ni de la supuesta malversación de dinero público. Pero eso es lo de menos: es la política de moda en la que se trata de decir o escribir cualquier cosa para que ruede la bola en un periodismo acomodado en lo declarativo que se limita a repetir como loritos lo que dice cualquiera sin pararse a comprobar siquiera si es cierto o una majadería como esta. Es un pufo político más. Pero que sea la enésima mentira, no reduce la miseria de que sea precisamente el PP su protagonista. El mismo PP que acumula cientos de cargos públicos encarcelados, condenados, imputados e investigados por pertenecer a innumerables tramas de corrupción que han asaltado durante años los recursos públicos del Estado y de numerosas comunidades. El mismo PP que está ahora implicado también en tramas de espionaje policial ilegal y en operaciones de las cloacas contra sus adversarios políticos. El mismo PP que ejemplifica la indignidad de ser el primer partido condenado por la Audiencia Nacional como beneficiario a título lucrativo de unas gravísimas y probadas actuaciones de corrupción, lo que le costó a Rajoy perder el Gobierno. Esto es sólo un resumen abreviado de lo que atesora ese PP. El mismo PP a cuya presidenta en Navarra, Ana Beltrán, parece darle igual que la empresa familiar arrastre una deuda fiscal con la Hacienda Foral de casi un millón de euros. Beltrán, un poco de por favor.