Entre el camino que parece ya imparable de Osasuna hacia el ascenso a Primera y el despiste generalizado que conlleva un periodo vacacional, en este caso Semana Santa, ha pasado la campaña electoral. Pero pese a esa distancia tengo la sensación de que el debate ha ocultado la verdad. La campaña avanza con dos grandes ausentes: la corrupción y el paro. Como si nada de ello hubiera sido. O ese parece ser el interés común de grandes partidos y poderes financieros y económicos. Pero la corrupción y el desempleo siguen ahí. A la vuelta de cada esquina. Son, de hecho, las dos primeras preocupaciones de la sociedad, según la última encuesta del CIS. Y apenas espacios residuales para la reforma laboral, la minorización de derechos democráticos o los servicios públicos de sanidad, educación y atención social. También ha desaparecido el enorme escándalo de la polícía política del PP, las cloacas policiales de un Estado que fabricaban pruebas falsas, compraban testigos y robaban documentación para dañar a los adversario políticos u obstruir la labor de la justicia en la investigación de la corrupción. Ha sido un juego de postureos más que de reflexiones en que la verdad ha quedado en un segundo plano. Más preocupados por el reparto de escaños, por la pugna personal y partidista, por el monólogo y por el voto útil, las demandas y necesidades de las personas han sido ninguneadas. Como si la campaña hubiera sido un inmenso montaje televisivo en el que la ficción y las mentiras se han impuesto a los hechos reales de estos cuatro años con dos elecciones, dos presidentes y una moción de censura por medio. Y sólo sobresale el conflicto político con Catalunya y no como argumento de construcción y de búsqueda de soluciones, sino como excusa para azuzar el enfrentamiento entre ciudadanos y territorios del Estado. Los silencios son elocuentes en las respuestas sobre compromisos y pactos, por eso temo la escenificación de un cambio -Sánchez-Rivera-, para que nada cambie. Y Navarra, los problemas y necesidades y demandas de los navarros y navarras, de nuevo desaparecidos en ese inmenso batiburrillo por el que deambula la política desde Madrid. Tan solo la obsesión insistente de PP y Ciudadanos, socios de UPN, y de Vox por eliminar el Fuero.