La designación de Sánchez como candidato a ser investido presidente del Gobierno -lo será por tercera vez- supone un paso más en el lento deambular de la política española hacia la búsqueda de cierta normalidad institucional tras años casi cuatro años de inestabilidad política. Sánchez anunció como primer paso -de momento, la fecha aún no está concretada- una ronda de encuentros con todos los presidentes autonómicos, incluido el president, Quim Torra. Y también un proceso de diálogo con todos los partidos presentes en el Congreso, incluidos también EH Bildu y Vox, dos formaciones a las que hasta ahora el PSOE había vetado en sus contactos políticos. Seguramente, este anuncio de Sánchez tiene mucho de escenificación para ganar tiempo en este eterno juego de sombras en que se encuentra bloqueada la política en el Estado. Un tiempo que necesitan tanto ERC, que finaliza su congreso político el día 21, como el propio PSOE, que debe digerir el cambio de discurso tras los resultados del 10-N. En especial, la superación de las posiciones más duras y amenazantes contra Catalunya. Pero además de escenificación, creo que también supone una apuesta por recuperar la normalidad democrática del diálogo como instrumento político. Superar aquello que siendo anormal en democracia se había instalado como norma en Madrid. Por ejemplo, que el presidente del Gobierno se niegue a coger el teléfono al president de la Generalitat. Un ejemplo más de la inutilidad del postureo político y mediático para solucionar los problemas de la sociedad, ya sean sociales, económicos o políticos. Y en esa misma normalidad está la inclusión de EH Bildu, otro guiño a ERC. La presidenta Chivite ya adelantó al PSN hacia esa normalidad institucional con su primer encuentro público con el grupo de EH Bildu en el Parlamento de Navarra. El diálogo con Podemos, con el PNV y con ERC se ha mantenido hasta ahora en el ámbito de la discreción, y parece que ha llegado el tiempo de añadir a esa discreción ciertas dosis de simbolismo. La investidura de Sánchez sigue avanzando, pese a las duras y fuertes resistencias políticas y mediáticas de las derechas y también de algunos barones del PSOE, y parece que llegará a buen puerto. Gobernar a partir del día siguiente ya será otra cosa. Quizá echar un vistazo a Navarra le aporte posibles soluciones.