na cosa que creo que no está pasando desapercibida en esta situación de excepcionalidad es la puesta en valor de nuestros servicios públicos y de la profesionalidad y dedicación de sus trabajadores y trabajadoras. Y derivado de ello, la importancia de la capacidad del autogobierno de Navarra para el conjunto de la sociedad. También el valor humano de ese espíritu de solidaridad y reconocimiento que guardan en el interior de sus sentimientos las personas, al menos la mayor parte de ellas, para con sus conciudadanos. Y no hablo solo de los aplausos, que también. Y por supuesto que sanitarios en todas sus vertientes profesionales -desde enfermeras a auxiliares, lavandería o limpieza-, educadores, quienes atienden las tiendas de barrio, los mercados y supermercados, agricultores y ganaderos, transportistas, protección civil, servicios de emergencia, servicios de limpieza, servicios de policía, repartidores, psicólogos, artistas en todas sus variantes que se ofrecen a acompañarnos en el aislamiento y la cuarentena, periodistas que cubrimos el esencial -más en tiempos de crisis y de bulos e intoxicación social masiva- servicio público de informar, nuestros mayores, por supuesto, y seguro que olvido a muchos más imprescindibles, se merecen ese aplauso y reconocimiento colectivo. Digo que no sólo se trata del gesto del aplauso porque veo a los aplausos como un elemento más de ese espacio de convivencia en el que el bien común, la solidaridad colectiva, el apoyo mutuo tiene mucha más fuerza y contundencia que el negativismo, el individualismo y el egoísmo. Este estado emotivo colectivo no es la clave de la lucha contra la pandemia, claro. Lo primero es la organización, las medidas eficaces en la respuesta y una información real por encima de la propaganda y el oscurantismo. Pero también la protección pública y la solidaridad tienen un valor, y todavía mayor en este momento. La conjunción de todos estos elementos es fundamental para salir de la crisis sanitaria y abordar luego las consecuencias sociales y económicas que puedan venir con la mayor fortaleza común. Yo lo llamo nuestro Estado de Bienestar. Que en Navarra, como en otros muchos lugares, tocará defender con uñas y dientes de nuevo cuando a la crisis sanitaria le siga la crisis económica. Hoy sabemos que sin unos servicios públicos de calidad y universales el presente hoy sería peor y el futuro aún lo sería más. Navarra es el ejemplo. No resulta difícil visualizar que hubiera ocurrido en Navarra si el virus hubiera llegado en 2014, cuando los recortes y privatizaciones de la sanidad pública habían dejado el nivel y calidad de Osasunbidea en sus mínimos históricos. De 2015 a 2019 se hizo un importante esfuerzo presupuestario y económico por revertir la situación, y eso ha permitido afrontar ahora en mejores condiciones que otros territorios la crisis del coronavirus. Creo que serán necesarias todas estas fuerzas que estamos mostrando ahora, en estos tiempos que estamos aprendiendo a vivir de otra forma, con más cercanía pese al aislamiento, con más convivencia pese al alejamiento, con más bondad pese a la preocupación por el alcance de los problemas, sin la prisas y las ausencias de antes, para defender este Estado de Bienestar foral e impedir que nos vuelvan a estafar como tras la crisis de 2008. En ese momento, será necesario salir de casa. Ya no servirá de nada quedarse en casa.