o entiendo ese pajarear constante de las instituciones, tanto del Gobierno central como de las comunidades autónomas, con las cifras y datos sobre personas fallecidas, contagiadas, asintomáticas, recuperadas, etcétera como consecuencia de los diversos factores sanitarios que arrastra la pandemia del COVID-19. En esta versión negativa de la gestión de la crisis, Navarra, el departamento de Salud, tampoco sale bien parado. Al menos hasta ahora. Es un error ese marear la perdiz a la opinión pública. Sólo sirve para incrementar la sospecha cada vez más generalizada de que la cifra de personas muertas es muy superior a lo que reflejan las estadísticas oficiales. Y es también un absurdo ponerse una venda en los ojos para tratar de escapar de la realidad del drama humana que está causando el coronavirus. Porque no se trata solo de la sospecha de una opinión pública manipulada por los miles de bulos tóxicos que viajan por medios y redes sociales con fines partidistas para generar inquietud y malestar social. Basta repasar las cifras del registro civil o de cualquier otra estadística de organismos oficiales para sumar y restar y comprobar que las cifras de fallecidos son muy superiores a las que se enumeran. Solo en Navarra, con un simple cambio del método de contabilidad se ha pasado en apenas 24 horas de 260 personas a 340. Y quizá aún falten decenas más. Sobre todo, nada evitará que finalmente llegue a la sociedad la cifra real de personas fallecidas. No es solo un problema del Estado español. Tampoco es aceptable que la UE no haya sido capaz de estandarizar un modelo de recuento en sus estados miembros. La cifra de personas fallecidas es una de las cuestiones más sensibles de gestionar desde los poderes públicos. Por eso no sirve solo un relato diario del número de víctimas diarias y acumuladas como si fueran las bolas de un bingo. Hace falta más transparencia y verdad y menos propaganda y ocultismo. Y más aún, un compromiso claro de sensibilidad y respeto político e institucional con la realidad humana más dura de la crisis sanitaria.