abré andado ya un kilómetro..?", me pregunta. El pasillo de la vivienda había sido hasta ahora recorrido de la comparsa de gigantes de yeso, campo de fútbol, pista de carreras de coches teledirigidos, velódromo de triciclos y hasta zona de esparcimiento canino. Hoy es pista de senderismo -un SL, según las marcas al uso- que une la habitación con el salón, y tiene un ramal con el balcón de la cocina; terreno duro y liso, sin riesgo, apto para principiantes. Los expertos en todo, que ahora son multitud, dan profusas recomendaciones para realizar ejercicio físico durante el confinamiento (ayer una aconsejaba aprovechar incluso los momentos en los que hay que ir al baño para desentumecer los músculos€; en fin), y yo creo que o bajamos el nivel de exigencia o desescalamos de una puta vez o nos vamos a volver locos. Que a la quinta oportunidad que veo caminar a alguien por el pasillo de casa no sé si salir a saludarle o llamar a los municipales para que le requieran el permiso de desplazamiento. Luego lo pienso un poco y creo que entre miembros de la misma familia no estaría bien€ Tanto tiempo entre cuatro paredes va a acabar pasando factura. Ayer, ya no me pude resistir y abordé al tenaz paseante: "Perdón, me puede decir si este pasillo lleva cerca de San Cristóbal...".