o hubo ninguna localidad de cierta entidad que se quedara sin la visita de Sus Majestades los Reyes Magos. No faltó inventiva para que los niños vivieran la magia la noche del 5 de enero. En Tudela o Lodosa saludaron a los txikis desde la plaza de toros, en Villava o Cintruénigo la comitiva real recorrió las calles en varios vehículos descapotables donde Melchor, Gaspar y Baltasar saludaron a las decenas de niños y niñas que les esperaban desde ventanas y balcones. En Tafalla y Burlada (hasta cinco sesiones diferentes) el auditorio fue el escenario con un control exhaustivo de aforos. Un esfuerzo de asociaciones y ayuntamientos que contrasta con el espectáculo de pago que ofreció la Asociación Cabalgata Reyes Magos de Pamplona en el Navarra Arena y que dejó fuera de juego a miles de chavales. No solo porque las entradas (a seis euros) se agotaran nada más salir a la venta sino porque resultó decepcionante que lo que hasta ahora era un espectáculo público, gratuito y abierto se reservara a unos pocos privilegiados. ¿Acaso no había otra manera de presentar a los Reyes sin aglomeraciones? ¿Un globo aerostático por las calles? ¿Carrozas por la plaza del Castillo o la Vuelta del Castillo con aforos limitados? Por no hablar del espectáculo en sí que, dicen, no estaba muy enfocado para los niños. Como hicieron los amigos de Olentzero, o a todos o a ninguno.