l caos ha sido filomenal, valga el juego de letras ante la borrasca que se marcha dejando a mucho político con las vergüenzas a la intemperie. A la inverosímil Ayuso más que a nadie, pues en todo Madrid se ha organizado un quilombo descomunal, como si la nevada no estuviera cantada. Más vale que Casado acudió presto a limpiar un metro cuadrado de nieve mientras acusaba a Sánchez de politizar el temporal, cinismo puro. Aunque tampoco las autoridades centrales se escapan al chaparrón de críticas en lo que les atañe, singularmente la gestión de infraestructuras estratégicas como carreteras nacionales y aeropuertos, en otra muestra anual de impericia cuando el invierno arrecia más allá de la sigla que rija en Moncloa. Sirva como contrapunto Navarra, donde se ha antepuesto el interés general de la vialidad en todo el territorio priorizando la pala al pico, con un trabajo preventivo primero y sobre el terreno después coordinado entre todas las administraciones y sin diatribas públicas. Ahora toca la evaluación autocrítica porque cada crisis, también meteorológica, resulta una oportunidad para mejorar ya que todo operativo es perfectible. En atención a que la ciudadanía exige soluciones, no burdas excusas para desviar responsabilidades. Y el político que no lo entienda así, al congelador. Pero ya.