ue llega 2021 como segundo año consecutivo sin Sanfermines es una crónica anunciada. La presidenta Chivite ha dicho solo lo que todas y todos en la vieja Iruña ya sabíamos que venía y lo que el propio alcalde Maya insinuó hace apenas una semana. Y creo que ha acertado. Ni siquiera Pamplona es una excepción en eso, por mucho que sus Fiestas sean excepcionales y las sintamos como únicas. Además, creo que tras este año de pandemia de coronavirus y los sucesivos tropiezos en la misma piedra que han costado cientos de vidas, empleos, recursos económicos y sanitarios, despidos, pérdida de la convivencia social y familiar, lo mejor es no generar falsas expectativas que puedan llevar a la misma frustración colectiva por tercera, cuarta o quinta vez. El final de esta pandemia como la estamos viviendo llegará antes que después, pero no antes del próximo 6 de julio. Quizá ocurre que los humanos en sociedad solo reaccionamos a estímulos negativos como el miedo o la coacción, la policía o las multas. Son malos estímulos. Hay mucha vida más allá de ellos. Los Sanfermines de Pamplona son unas fiestas sobre todo populares, de bullicio, alegría, jolgorio, miles de personas en las calles, de comer y beber, de mucho toro también, con cientos de miles de visitantes y todo ello está cuestionado, prohibido o minorizado por el coronavirus. Mantener una ilusoria llama de unos imposibles Sanfermines es un error. Tratar de hacer política partidista, azuzar batallas personalistas o alimentar la confrontación ciudadana es imperdonable siempre, pero aún más en estas circunstancias complicadas, complejas y de un futuro, al menos en estos primeros meses de este nuevo año, todavía muy sombrío. No habrá este 2021 Sanfermines como lo que son los Sanfermines. Y si hay otros intentos de apañar unos Sanfermines, simplemente no serán Sanfermines. Pero sobre todo sería importante evitar de nuevo el inmenso error de la monserga propagandística de los No Sanfermines del pasado año, que derivaron en las No Fiestas y acabaron en una segunda ola demoledora. Como las No Navidades que ya llevamos semanas pagando. Tampoco hay Fallas ni Feria de Abril. La marca de los Sanfermines tiene un alcance global y cuidarla debe ser una obligación prioritaria. Como también lo es tratar de asegurar que el paso de 2021 pueda ofrecer unos tiempos cada vez mejores a los que nos ha ofrecido este último año. No es una cuestión política, la decisión es únicamente de seguridad sanitaria y de interés general. En Iruña, julio será julio, y si el tiempo y el coronavirus -la autoridad en este caso- lo permiten, es posible que la ciudad disfrute de sí misma más a solas con la ilusión y la sensación real y objetiva de estar mucho más cerca que hoy de superar esta crisis pandémica. No habrá Sanfermines. Pero seguirá habiendo vida en Pamplona. Iruña es una ciudad viva que merece la pena vivirla. Protejamos lo mejor que podamos y sepamos sus calles y barrios, su hostelería y su comercio, su cultura y sus costumbres, su forma de vida -y las vidas y el bienestar de sus habitantes- y su convivencia. Es de lo que se trata. Los Sanfermines llegan cada año. Si no este 2021, será en 2022.