o sé a qué están esperando los creadores de series de televisión para hacer una sobre las andanzas de los Borbones. Son tantas las tropelías cometidas por esta desestructurada familia que, a poco que se invierta en un equipo de investigación, sería fácil producir una ficción con varias temporadas. Si el reinado de Isabel II ha permitido estrenar ya 40 capítulos, una The Crown española no le iría a la zaga. Sólo con ordenar la porquería que ha ido saliendo a la luz desde que el emérito -oficialmente afincado en Abu Dabi- salió por patas hace ahora un año, daría para varios episodios. Y si se le tira un poco de la lengua a Corinna, de quien ayer se supo que ha demandado al huido por amenazas y vigilancia ilegal, el serial podría ser tipo culebrón.

Todo ello sin perder de vista que, además de los tejemanejes de pasta de Juan Carlos que son objeto de investigación por Hacienda, la familia ha protagonizado multitud de situaciones para ser contadas en la pantalla. Ahí tenemos el marichalazo que llevó a urgencias al exmarido de la infanta Elena y su divorcio en diferido, los chanchullos de Urdangarín que le condujeron al trullo, la vida a su bola de la reina Sofía, los juergones de Froilán, etc, etc, etc.