e repite la escenificación. Esparza presenta 12 medidas “irrenunciables” como condición para negociar los Presupuestos de 2022. Son irrenunciables para Esparza e inasumibles para el Gobierno de Chivite. Vetos, imposiciones y medidas imposibles, eso todo. Otro brindis al sol sin recorrido alguno. Un ejemplo más de primero de política de cómo ejercer sin complejos el autoaislamiento institucional. Un autoaislamiento en ese terreno político de nadie y en el que nunca pasa nada útil en el que Esparza y quienes le siguen en esta interminable travesía del desierto continúan perdidos desde hace seis largos años. Los Presupuestos son la mejor fotografía de un Gobierno -y de la voluntad política de la mayoría parlamentaria que los aprueba-, porque en ellos se ve qué tipo de sociedad se quiere construir y en qué están dispuestos a invertir el dinero de todos, algo que se les suele olvidar. Son posiblemente la decisión más importante de cada año desde el punto de vista de los intereses generales de la sociedad, en este caso de Navarra. Y por sexto año consecutivo UPN -de Navarra Suma ya solo quedan el logotipo y las siglas-, pasará de largo sobre este importante debate y sin influencia alguna en sus contenidos. Aunque visto lo que dejaron como herencia los últimos gobiernos de Sanz y Barcina entre 2007 y 2015, ni tan mal. La ausencia presupuestaria de la derecha ha beneficiado y mejorado la marcha socioeconómica y financiera de Navarra y potenciado los servicios públicos tras años de recortes. De nuevo, los Presupuestos pasarán de largo para Esparza. Su discurso en negativo sobre Navarra en todo tipo de cuestiones ya no tiene calado. Ni Navarra tiene la peor fiscalidad del mundo mundial -hasta los empresarios replican en sentido contrario a Esparza en su presencia-, ni los peores servicios públicos. Son proclamas absurdas y sin sentido alguno, casi siempre basadas en informes de lobbies interesados. No parece que quienes las elaboran paseen por las calles de Iruña o de cualquier otra localidad navarra. Hay muchas cosas que mejorar y también mucho en juego en unos años que vienen de cambios profundos y fundamentales en todo tipo de ámbitos claves para la calidad de vida y el bienestar de una sociedad avanzada y democrática como la navarra. Quedarse fuera de todo ello será un error histórico. En realidad, la media docena de condiciones que plantea ahora Esparza para los Presupuestos solo insisten en la obsesión inicial: romper este Gobierno. Toda su estrategia institucional está dedicada a ello. Ya sean los Presupuestos, nuevas leyes forales o cambios en instituciones. Sus condiciones solo pretenden la ruptura política de la actual mayoría de estabilidad que gobierna Navarra. Esparza sigue sin ver que el Gobierno de Chivite funciona bien, incluso con sus errores, y su oposición funciona mal. Su posición no tiene fruto ni rédito alguno que no sea el de haber llevado a UPN a la pobre resignación de la derrota. Tampoco esperar como agua de mayo a una hipotética victoria electoral de Casado en Madrid que pueda cambiar las cosas en Navarra. Basta ver la desastrosa Convención que pretendía el enésimo relanzamiento del liderazgo de Casado. Los secundarios de lujo que le han rodeado -Rajoy, Sarkozy, Aznar, Vargas Llosa...-, han conseguido lo que parecía imposible, empeorar su ya penosa imagen.