ivimos con miedo. El que sufrimos y el que seguramente nos quieren imponer. Miedo a la subida de la luz y sus posibles consecuencias, a la subida de precios ante el encarecimiento de las materias primas. Miedo a perder el empleo. Miedo al desabastecimiento por la crisis en la cadena de suministros que ya ha provocado una avalancha de compras prenavideñas en el Black Friday, cuando no de alimentos y productos de higiene como alcohol en gel ante un posible recrudecimiento de la pandemia. Miedo también a la nueva variante de Covid Ómicron que ya ha hecho temblar a los mercados que siempre disponen de información privilegiada. Miedo a África y a la inmigración. Miedo a los propios efectos de las vacunas sobre todo en menores. Miedo a los antivacunas...Precisamente ayer leía incrédula que en Italia había muerto a los 55 años un antivacunas que acudió a una fiesta del coronavirus, donde intentó contraer la enfermedad para así poder obtener el pasaporte covid (mira por donde que ante la presión de los críticos Suiza acaba de celebrar un referéndum y el 62% de la población respalda la obligatoriedad del certificado). Miedo a la propagación de nuevos coronavirus el día de mañana...Vivimos en una sociedad atrapada en el miedo.