rabajar en la Sexta General de Vírgen del Camino deber ser en este momento como estar destinado a Afganistan o a cualquier frente de guerra a juzgar por la carta publicada ayer por parte del personal sanitario de la ‘planta Covid’. Desde marzo de 2020 la fatiga acumulada es evidente. Hablan de “desmotivación” y “cansancio” tras seis olas con una duración media de tres meses cada una. Personal que a lo largo de estos dos largos años han tenido que protegerse con los trajes EPI y que se mueve con el miedo a contagiar a sus familiares, que ha pasado solo en esta última ola de atender unas 15 camas ocupadas a 48, que tienen que aguantar “actitudes de soberbia y alta exigencia” -reconocen en privado- por parte de pacientes “no vacunados” o de visitas sin mascarilla. Personal, principalmente de enfermería, sujeto a bajas por contagio o por estrés, que tiene que cargar con el trabajo de otras compañeras o meter horas extras porque los puestos no se cubren al no haber enfermeras. La OPE ha hecho que muchos eventuales se descuelguen de las listas, descontentos a su vez con el salario. En definitiva un trabajo necesario, comparativamente mucho más duro, pero sin plus de recompensa. Ayer se supo que tampoco podrán cogerse vacaciones (se retrasan) este mes. También que la quinta planta de VC ya está siendo habilitada como apoyo a la ’sexta’ y que se va a derivar personal eventual de otras áreas ante el creciente aumento de ingresos Covid. Pasaron de ser los héroes de la pandemia a sentirse los menos valorados. Una pena.