Las cifras abruman. El Programa de Detección Precoz de Cáncer de Mama de Navarra, el primero que se puso en marcha en el Estado, ha realizado más de 1.262.000 exploraciones en sus 35 años de historia y ha logrado detectar 5.575 casos. La inmensa mayoría de las pruebas que se realizan sirven para descartar la existencia de un tumor, para recibir, tras los nervios de la prueba y el dolor físico que produce, la tranquilidad de que todo está bien. Y las menos, pero las más importantes, son las que sirven para detectar la enfermedad a tiempo. Por eso la cifras abruman pero a la inversa, porque afortunadamente son muchas menos. Pero cada una de las mujeres que forman parte del porcentaje de tumores detectados son lo verdaderamente crucial.
Una a una, con sus vidas, con sus miedos, con su diagnóstico, con su proceso, con la quimio, con la radio, con sus efectos, con la intervención y aceptación de un cuerpo diferente... Cifras que van conformando esa realidad del cáncer de mama en nuestra comunidad, muy diferente, por suerte, a la de otras zonas. Acudir a las revisiones es esencial. Saber cuidarse a una misma, detectar cualquier mínimo bulto y darle importancia, porque tal vez la tenga, sin dejarse llevar por el miedo y sin dejar pasar el tiempo. Porque el tiempo es crucial cuando hablamos de cualquier tipo de cáncer. Detectarlos en su fase temprana no es siempre garantía de curación pero sí lo es de un mejor pronóstico y una mejor calidad de vida. Por eso es importante que todo funcione, que los cribados sean efectivos y rápidos, para que no pase lo que nunca tenía que haber pasado y ocurrió en Andalucía, donde algunas mujeres murieron, pese a hacer ellas todo lo que tenían que hacer, por diagnósticos erróneos o tardíos.