La creación de la bandera de Navarra tiene su génesis en la sesión de la Diputación Foral de 22 de enero de 1910 en la que, además del diseño oficial del escudo, “se acordó también subsanar la falta de existencia de la bandera de Navarra, disponiendo que se confeccione una que esta Diputación usará en las solemnidades y ocasiones en que lo juzgue oportuno”. Sobre el dictamen encargado a los historiadores Arturo Campión, Julio Altadill y Hermilio de Olóriz, la Diputación acordó el 15 de julio confeccionar una bandera roja, con el escudo de las cadenas y la corona en el centro, que se izaría por primera vez el día siguiente, 16 de julio, aniversario de las Navas de Tolosa. Pese a estar todo ello perfectamente documentado, hay quienes tratan de otorgar más edad a esta bandera, quizás por parecerles el origen demasiado moderno para una comunidad tan antigua y por ese generalizado prurito de adornar cualquier símbolo o institución con el prestigio y la venerabilidad que da la antigüedad. En tal operación se suele incurrir en el error de confundir el sentido y el uso de símbolos antiguos con otros modernos y de atribuir significados actuales a significantes antiguos a los que no correspondían en su tiempo.

Desde antiguo se han utilizado banderas “en” Navarra, pero no se puede afirmar la existencia de una bandera “de” Navarra hasta 1910. Inicialmente, en la Edad Media, la bandera tenía un uso bélico, identificaba a una unidad militar dentro y fuera del campo de batalla. En la sociedad feudal la bandera es la insignia de quien puede levantar hueste, los señores, las ciudades y villas, las órdenes militares, los reyes. La más importante es el pendón real, que acompaña al rey y que solo este estaba autorizado a utilizar, y que se acaba imponiendo a las demás banderas cuando mantener tropas se convierta en monopolio de los monarcas absolutos (el diseño de diversas banderas nacionales modernas proviene de antiguos pendones reales, así en Dinamarca, Inglaterra o Austria, mientras que otras se han creado específicamente como tales). En un principio, la bandera es un ejemplar único y distinto, si desaparece o se deteriora es reemplazada por otra que no necesariamente ha de ser idéntica, basta que incluya emblemas suficientemente expresivos de a quién identifican, y va unida a un asta para ser portada en comitiva, formación o desfile. No es hasta el siglo XVIII cuando se crea e impone otro tipo de bandera, la bandera nacional, que identifica a una comunidad política y que cualquiera puede usar. Ya no es símbolo individual (de una persona o institución), sino colectivo. En las banderas nacionales (y subnacionales) lo más importante no es quien las porte sino su diseño, sus colores, no constituyen ejemplar único sino un modelo abstracto que puede reproducirse ilimitadamente y que, desde el siglo XIX, se coloca también en los edificios públicos.

El antecedente remoto de la actual bandera de Navarra es, como en otros lugares, el pendón real. El Fuero General de 1237 dispuso que el rey tuviera sello, moneda, “et alferiz, et seyna caudal”, esto es, una seña o pendón que portara su alférez, como era propio de la época. Ese pendón llevaría las armas del rey, las cadenas de oro sobre fondo rojo, como era costumbre, unas veces ocupando todo el paño (pendón heráldico), otras veces como escudo colocado en el centro. Luis Correa narra el intento de recuperación de Pamplona en 1512 por parte del rey Juan de Albret (Historia de la Conquista del Reino de Navarra por el Duque de Alba) y dice que “puso en la delantera trescientos hombres de armas a pie con una bandera colorada, con ciertas bandas de oro en ella, a la cual todos aguardaban y juraron de no la desamparar”. Algunos autores consideran que se trataba de la bandera de Navarra, pero sin duda se refiere al pendón real y, seguramente, en diseño heráldico. Recientemente Luis Javier Fortún, en un bien documentado artículo (460 años de la bandera de Navarra, Diario de Navarra, 2 de diciembre de 2016), pero de discutibles conclusiones, identifica como bandera de Navarra (“como símbolo de la comunidad política”) la utilizada por el Ayuntamiento de Pamplona en 1556 en la proclamación como rey de Felipe II que se entregó en 1558 para ser portada al frente de una compañía de voluntarios enviada a San Juan de Luz a luchar contra los franceses. Afirma que “una pincelada histórica nos ha permitido adelantar tres siglos y medio la existencia de la bandera de Navarra, dotada de carácter oficial”. Pero, de nuevo, estamos ante un pendón real. Hay que precisar que la ceremonia del “levantamiento de pendón” en cada ciudad y villa con motivo de la proclamación de un nuevo monarca era una costumbre castellana, extendida al resto de la monarquía hispana y practicada hasta el siglo XIX, para la cual se utilizaba bien el pendón real, bien el pendón propio de las ciudades, si lo tenían, o bien se confeccionaba uno a propósito, muy a menudo poniendo las armas reales en una de las caras y las del reino o ciudad en cuestión en la otra (lo que explica la razón de que tantas banderas municipales en España hayan acabado siendo del color carmesí del pendón real). En Navarra se solía utilizar un pendón real con las armas propias del reino. Además del artículo de Fortún, contamos con el relato de la proclamación de Felipe III en 1598 (José Joaquín Arazuri, El municipio pamplonés en tiempos de Felipe II), donde la Diputación del Reino utiliza un “pendón de las Armas Reales” con las cadenas y el Ayuntamiento de Pamplona la bandera de la ciudad. En la proclamación de Felipe V en 1700 (Juan de Beruete, Levantamiento de pendones y proclamación en Pamplona del Rey Don Felipe VII de Navarra y V de Castilla, Príncipe de Viana nº 18) sabemos que la Diputación utilizó “un pendón o estandarte real” que no se describe y el Ayuntamiento su propia bandera. En el relato que hace el padre Isla (Día grande de Navarra) de la proclamación de Fernando VI en 1746 por la Diputación del Reino se describe un “estandarte real” rojo y con las cadenas al que llama “la Devota”. Por el contrario, en otros actos de las Cortes de Navarra y de la Diputación no aparecía ninguna bandera, se exhibía únicamente el escudo del reino en la cota que vestía el rey de armas, como se desprende de diversos formularios de ceremonial que conocemos. El uso del pendón o estandarte en la proclamación real, pero no en las sesiones de las Cortes, indica que, conforme al Fuero General, se le seguía dando la consideración de señal propia y personal del monarca.

No es hasta 1910 cuando se siente la necesidad de contar, no con un pendón real como antaño, sino con una bandera de Navarra que pueda ondear en el palacio provincial junto a la bandera de España; desde dos años antes era obligatorio que esta se izase en todos los edificios públicos los días de fiesta (Real Decreto de 25 de enero de 1908). En el mismo acuerdo de 15 de julio de 1910 se encargó otra bandera menor o guión para acompañar a la corporación foral en sus actos oficiales, que se confeccionó según el modelo del antiguo pendón heráldico, cuadrado y con las cadenas ocupando todo el paño, y que sigue utilizándose hoy. En suma, la bandera de Navarra, como tantas otras, bebe de las fuentes que proporciona la historia, asume y adapta a necesidades modernas símbolos utilizados en el pasado, pero no resulta riguroso afirmar que, como tal, existiera con anterioridad a 1910.