Con esta carta la Junta de Gobierno del Colegio de Trabajo Social de Navarra pretendemos hacer llegar el descontento y el malestar generalizado que ha suscitado la primera prueba de la oposición de Trabajo Social del Gobierno de Navarra, sentimientos que se vienen repitiendo en anteriores oposiciones de otras profesiones.

La última oposición fue en el año 2010, por lo que era urgente convocar un nuevo proceso selectivo tendente a estabilizar las plantillas de la Administración Pública de Navarra. Un total de 1.038 personas fueron admitidas en la oposición.

Como ya sabrán muchos de ustedes, el proceso de una oposición requiere un gran esfuerzo, trabajo, constancia, renuncias personales de toda índole, dificultades en la conciliación de la vida familiar y laboral, incluso un gran impacto económico para muchas personas.

El temario de la oposición constaba de 80 temas, de los cuales 72 eran relativos a legislación. ¿Saber de manera literal lo que una ley dice valora realmente los conocimientos necesarios para ejercer la profesión del Trabajo Social? Verbalmente, desde el Colegio Profesional ya se mostró en su día al Tribunal nuestra diferencia de criterio respecto a la elección de este temario.

Remitiéndonos a los resultados provisionales, se presentaron a la prueba un total de 775 personas, de las cuales 104 la superaron (13,41%). Concretamente, los resultados obtenidos han sido: el 86,58% de las personas no superaron la prueba; el 7,48% obtuvieron una puntuación entre el 5 y el 6; el 4,12% entre el 6 y el 7 y el 1,8% entre el 7 y el 8.

¿Y por qué un porcentaje tan elevado de personas suspendidas y notas tan bajas? Entre otras cuestiones, aquí explicamos algunas:

La primera prueba tuvo lugar el pasado 6 de octubre. El examen de tipo test de 30 páginas de extensión constó de 100 preguntas con 4 alternativas de respuesta y tuvo una duración de 2 horas y media. De las 100 preguntas, 48 tenían un enunciado formulado de manera negativa (señale la afirmación incorrecta, la falsa, la que no es correcta, cuál de éstos no es...), de lo contrario, se indicaba señale la afirmación correcta. Además, la globalidad de las preguntas se encontraban desordenadas, con enunciados y respuestas muy extensas (algunas abordaban más de medio folio) que requerían un alto nivel de concentración, teniendo que dedicar un tiempo considerable a la mayoría de ellas. En muchas ocasiones las preguntas estaban en diferentes páginas lo que dificultaba mucho su lectura. Otras preguntas entrelazaban diferentes temas. Asimismo, algunas opciones de respuestas eran incompletas (que son las que el tribunal ha dado por correctas), y en esa misma pregunta una opción indicaba ninguna es correcta, lo que dificultaba mucho discernir qué quería el tribunal que se contestara? Todo ello nos hace pensar que el objetivo último a la hora de decidir el formato del examen no fue otro que ir generando confusión y desgaste mental. Destacar también que muy pocas personas pudieron repasar sus respuestas.

Por otra parte, de seis de los dieciocho temas de legislación básica, no hubo pregunta alguna. Sugerimos que únicamente se exija el temario sobre el que se va a preguntar, ya que su preparación requiere un esfuerzo considerable, y más aún teniendo en cuenta que en este caso no se trata de materia específica de Trabajo Social.

A su vez, creemos que una oposición a la que se presenta un número elevado de personas tiene que ser difícil y eliminatoria, de tal forma que superen las pruebas las personas que realmente se han preparado. No obstante, consideramos que se podría haber hecho un examen difícil, pero que realmente valorara y permitiera demostrar tanto los conocimientos de la persona aspirante respecto al contenido esencial del temario, como aquellos conocimientos que son imprescindibles saber para el ejercicio profesional. Todo ello hace que nos preguntemos, ¿qué se pretendía conseguir con esta prueba? Dado que un examen de este tipo realmente parece responder más a un interés de minimizar el esfuerzo de corregir la segunda prueba que el de seleccionar a las personas más preparadas.

Convendría que en posteriores oposiciones se contara con la previa colaboración en la decisión del temario, tanto del Colegio Oficial de Diplomados/as en Trabajo Social de Navarra como de Trabajadores/as Sociales especializados en los diversos ámbitos de intervención.

También nos preocupa el perfil del profesional del Trabajo Social que busca la Administración al realizar un temario y un examen de estas características, claramente orientado hacia la mera gestión de prestaciones, cuando realmente nuestra profesión va mucho más allá. El Trabajo Social es una profesión y una disciplina centrada en la relación de ayuda como proceso que pretende conseguir el acceso a derechos en la ciudadanía, pero también y nuclearmente procesos de intervención social facilitadores de cambios con/en las personas. Entonces, valoren ustedes: ¿Qué perfil de Trabajador/a Social busca la Administración? ¿Un mero gestor/a de prestaciones y subvenciones o un/a profesional del Trabajo Social?

Los autores son: María Lainez Zaragüeta, Maribel Soberanas Carmona, Rebeca Germán Almagro, Mª Jesús Erice Aristu, Rebeca Escribano Royo, Paula Azanza Álvarez, Julio Vidaurre Ruiz, Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Trabajo Social de Navarra