Europa es el único continente del planeta que ha conseguido reducir las emisiones causantes del llamado efecto invernadero en los últimos 30 años, de hecho, entre 1990 y 2018 nuestro continente ha conseguido reducir sus emisiones en un 23%, mientras que la economía ha crecido un 61%. Asia, y en concreto China, que es responsable del 27% del total de emisiones globales, ha duplicado las emisiones en el mismo periodo, y Estados Unidos no ha sido capaz de reducirlas. No obstante, tal y como han suscrito diversas instituciones mundiales, nos encontramos inmersos en una “emergencia climática”, y tenemos la obligación de hacer mucho más. Si en Europa seguimos con las políticas actuales solo se logrará reducir esas emisiones en un 60% de aquí a 2050, y el objetivo es más ambicioso, ni más ni menos que la neutralidad climática para 2050.

El Pacto Verde (Green Deal) es una hoja de ruta para alcanzar esa neutralidad climática que contiene muchas propuestas (cerca de 70), tanto a nivel financiero como legislativo. Según la propia Comisión, “se trata de una nueva estrategia de crecimiento destinada a transformar la UE en una sociedad equitativa y próspera, con una economía moderna, eficiente en el uso de los recursos y competitiva, en la que no habrá emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2050 y el crecimiento económico estará disociado del uso de los recursos”.

A nivel financiero, la Comisión ha calculado que realizar los objetivos actuales en materia de clima y energía para 2030 requerirá 260.000 millones de euros de inversión anual adicional, aproximadamente el 1,5% del PIB de 2018. La magnitud de la inversión necesaria requiere movilizar tanto al sector público como al privado. Entre otras medidas, se propone destinar el 25% del total del presupuesto de la UE a la lucha contra el cambio climático, incluyendo todos los programas y políticas. A su vez, propone la creación de nuevas medidas impositivas (para aumentar la recaudación de la UE) a los residuos de envases de plástico no reciclados, o asignar el 20% de los ingresos procedentes de la subasta del Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la UE al presupuesto de la Unión Europea. Al menos el 30% del Fondo InvestEU contribuirá a la lucha contra el cambio climático.

En cuanto a medidas normativas destacan las viviendas, que representan el 40% del total de la energía consumida. Se hace obligatorio incrementar considerablemente la tasa anual de renovación del parque inmobiliario de los Estados miembros, revisar la implementación de la legislación sobre la eficiencia energética de los edificios, mientras se deben adoptar medidas para combatir la “pobreza energética”. Por su parte, el transporte representa la cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero de la Unión, y va en aumento, por lo que se proponen medidas sobre movilidad sostenible e inteligente. La industria de la UE ha iniciado el proceso de transición, pero aún representa el 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la Unión, y para ello se propone una nueva Estrategia Industrial y un renovado plan de acción de la economía circular, que incluye una iniciativa sobre productos sostenibles y presta una especial atención a los sectores que hacen un uso intensivo de recursos, como el sector textil o los de la construcción, la electrónica y los plásticos.

Europa es responsable de apenas un 10% de las emisiones globales totales, pero, tal y como indica la Comisión, “la ambición ambiental del Pacto Verde no se hará realidad si Europa actúa en solitario”, y por ello la UE debe abanderar la coordinación de las iniciativas internacionales para construir un sistema financiero coherente que respalde las soluciones sostenibles. De hecho, la UE proporciona más del 40% de los fondos públicos mundiales destinados a la acción por el clima.

El Pacto Verde termina con un mandamiento: “no ocasionarás daños”. Es cierto que no hacemos todo lo necesario, o mejor dicho, lo que estamos haciendo no es suficiente, pero sería injusto considerar que no se ha hecho nada y limitarnos a criticar a gobiernos y políticos. Realmente considero que detrás del Pacto Verde existe una voluntad real de mejorar nuestro futuro, porque, tal y como dijo Franklin Rooselvet, “todos los trabajos realizados deben ser útiles, no sólo por un día o un año, útiles en el sentido de ofrecer una mejora permanente en las condiciones de vida”.

El autor es doctor en Derecho Europeo y director de Acción Exterior del Gobierno de Navarra