en unos días despediremos el año 2019. Un año que acaba con una situación política diferente en muchas localidades navarras y en el Gobierno foral, hoy presidido por María Chivite, que cuando se iniciaba hace doce meses. En el Estado, permanece la interinidad de Pedro Sánchez, aún presidente del Gobierno en funciones, aunque puede que esta no deseable situación prolongada durante tantos meses entre ya en su recta final con el nuevo año 2020.

Las elecciones municipales y forales del pasado mes de mayo supusieron un cambio en la presidencia del Gobierno foral, pero no así en la fórmula para la gobernabilidad de Navarra. El diálogo, el acuerdo y el pacto entre las diferentes fuerzas progresistas fueron indispensables para formar Gobierno en nuestra comunidad en 2015 con el cuatripartito que formaron Geroa Bai, EH Bildu Nafarroa, Podemos-Ahal Dugu e Izquierda Ezkerra. Un cuatripartito que ostentaba la mayoría en el Parlamento de Navarra.

Han sido cuatro años fructíferos con cuatro presupuestos aprobados, con una mejora de los servicios públicos y de la situación económica de nuestra comunidad. Navarra está hoy mejor que cuando Uxue Barkos fue nombrada presidenta en 2015, en el ecuador de esta década que va tocando a su fin, y eso ha sido gracias al buen hacer del Gobierno del cambio, así como a la inteligencia política, altura de miras y sentido de la responsabilidad de las fuerzas que le apoyaron.

En la presente legislatura, no tenemos en Navarra un Gobierno de mayoría parlamentaria. Por eso, Geroa Bai reclamó desde la misma noche electoral del 26 de mayo un gobierno plural y de progreso que diera continuidad al trabajo iniciado en 2015. Los inicios son siempre complicados y este también lo fue. Las semanas posteriores a las elecciones forales y municipales no fueron fáciles con mochilas que pesaban mucho. Las confianzas debían tejerse entre fuerzas políticas que habíamos estado en el pasado en posiciones muy distantes. Hubo momentos críticos como la conformación de determinados ayuntamientos que reeditaban el esquema de siempre. Después vendría la trepidante elección de la Mesa del Parlamento donde, para la presidencia del Parlamento Foral y en segunda votación, se consiguieron los 30 votos progresistas que hoy hay en el legislativo. Una votación que sumó 30 votos, dos tercios de la Cámara, que tal vez sea preludio de la fórmula que se repita en cuestiones tan importantes para la estabilidad política como el debate y la votación de los presupuestos que se llevará a cabo en las primeras semanas de 2020.

Geroa Bai inició la legislatura reivindicando diálogo entre todas las fuerzas con normalidad, sin vetos ni exclusiones, una cuestión que vemos que en estos primeros meses se va materializando en el Parlamento y se ha visualizado en la negociación de las leyes fiscales o para el presupuesto.

En Madrid como en Navarra, desde fuerzas políticas como UPN, PP, Ciudadanos o Vox critican que se produzca ese diálogo sin exclusiones. Quizá Ciudadanos y obviamente Vox no hayan negociado con EH Bildu o con Geroa Bai, pero viniendo de UPN y del PP este discurso es puro postureo. UPN ha negociado con EH Bildu como con todas las fuerzas políticas en el Parlamento de Navarra en mociones y leyes y el PP lo ha hecho en ayuntamientos de la CAV. Hasta el Gobierno de Aznar también lo hizo en su momento.

En tan solo escasos 6 meses de legislatura, en el Parlamento de Navarra se han dado todo tipo de votaciones. De mayorías que suman 30, 29 hasta 20 pasando por 22 ó 23. En eso reside el debate y el trabajo parlamentario. Pura normalidad de diálogo y acuerdo entre diferentes. Lógica pura. La sociedad navarra es plural y los partidos, como representantes de esa sociedad, deben representarla y respetar la voluntad de la ciudadanía. Están obligados a entenderse para que no haya bloqueos, tan dañinos para el interés general.

2020 se presenta interesante y con la incógnita de si por fin Navarra tendrá en Madrid un gobierno sólido para poder negociar las transferencias pendientes de la Lorafna, así como otras cuestiones de interés como derogación de leyes obsoletas como la Ley de Estabilidad Presupuestaria, la Ley mordaza, Lomce, etcétera.

Acabamos de celebrar los 40 años de las primeras elecciones forales y municipales y, en las dos últimas legislaturas, la lógica de la gobernabilidad de Navarra ha cambiado. Una década que comenzaba con una suma de fuerzas políticas del antiguo régimen (UPN-PP-PSN) que parecía llamada a ser el eterno gobierno que condenaba al resto a una eterna oposición. Pero una nueva mayoría plural y progresista se ha abierto paso desde la mitad de esta década en Navarra como una alternativa de gobierno solvente a la que ahora se ha sumado también el PSN. Y parece que es una fórmula de acuerdo que en 2020 puede consolidarse para disgusto de una derecha incapaz de acordar con nadie e incluso de sostener de manera creíble la bandera de la defensa del régimen foral de Navarra que tanto han explotado y les ha rentado en el pasado.

Vienen otros tiempos. Urteberri on!

El autor es presidente del Parlamento Foral de Navarra