l tercer miércoles de marzo está señalado para celebrar el Día Mundial del Trabajo Social. Celebrar es alabar, festejar, aplaudir, ensalzar… Yo suelo expresarlo con reconocimiento. Es bueno para Trabajo Social el agradecimiento y la satisfacción de la sociedad navarra, que ésta sienta que necesita a sus profesionales velando por el cumplimiento de los derechos humanos y la justicia social.

También es bueno y necesario que la responsabilidad de la Administración Pública, junto a la participación de la ciudadanía, se afiance cada vez más en el objetivo de buscar el equilibrio entre el desarrollo humano y social y el desarrollo económico. Es lo que propugna la ONU y apoya a Trabajo Social, fijando este festivo día, porque reconoce la labor de tantas profesionales, en circunstancias muy diversas por el mundo entero, trabajando por los asuntos humanitarios, los derechos humanos.

Entiendo pues que es un día de interés social para que el público en general se sensibilice con la actividad de Trabajo Social y para que sus profesionales fortalezcan la dignidad y valor personal que requiere su misión: “El Día Mundial del Trabajo Social es el día de nuestra lucha por los derechos de las personas”, ratifica en su discurso Ana Isabel Lima Fernández, presidenta de la Federación Internacional de Trabajo Social, ONU Ginebra.

Trabajo Social actúa buscando desarrollar conjuntamente unas políticas sociales que aseguren una sociedad justa, igualitaria y atenta a las necesidades de las personas. La UPNA, en su oferta de Grado, recomienda a quien aspire a ser profesional de ello “tener interés especial por descubrir, entender e intervenir en los problemas sociales”, y anima de esta manera: “Conviértete en un profesional capaz que trabaje por la protección de las personas, por la inclusión de los grupos socialmente excluidos, vulnerables y en riesgo para contribuir a su bienestar, resolver problemas que surjan en las relaciones humanas y colaborar en la mejora de las políticas sociales”.

En torno a medio millar de trabajadoras sociales, en Navarra, están como tal en activo. La mayoría en la Administración foral y municipal (70%) y el resto en entidades de iniciativa social.

Están en los Servicios Sociales Generales (municipales) gestionando programas de atención social y ofreciendo información, orientación y acceso a prestaciones para evitar la existencia de colectivos en una situación de riesgo o de exclusión social.

Están en Salud desarrollando el trabajo social sanitario, ejerciendo funciones de apoyo y ayuda a personas y familias inmersas en procesos de dificultades de salud, atendiendo los factores sociales en el incremento de la autonomía y la recuperación de la salud.

Están en los múltiples centros, servicios y asociaciones con la infancia y adolescencia desprotegida y en riesgo, con las personas inmigrantes y refugiadas, con las personas mayores en situación de necesidad asistencial, las personas con discapacidad, con las mujeres que sufren maltrato, que tienen cargas familiares sin otros apoyos, están con personas sin hogar, con jóvenes y otras personas que sufren adicciones de drogas y de juegos de apuestas, con personas en situación de dependencia funcional o social, con personas que están en prisión, con minorías étnicas, con personas en situación de exclusión social…

Están y deben estar más y más con la comunidad realizando trabajo social comunitario, entendiendo la comunidad -organizada, grupos de apoyo mutuo, iniciativas vecinales…- como un gran agente de cambio. Así se entiende la sostenibilidad desde el Trabajo Social para hacer posible la igualdad y la solidaridad. La crisis y las necesidades, principalmente de personas vulnerables (grupos arriba indicados), no sólo por problemas de salud en relación al virus COVID-19, dejan manifiesta esta necesidad de apoyar y promover los valores que se reclaman de solidaridad, cooperación y responsabilidad comunitaria. He aquí el valor del Trabajo Social para desarrollar proyectos comunitarios.

Quedé impresionada por una dedicatoria que me hizo el entrañable y valioso periodista José A. Iturri con su libro Pamplona escritos y sueños, cuando dirigía los servicios sociales de la ciudad: “… a la que más y mejor sabe por dónde le duele a Pamplona”. Es verdad, no únicas, pero ellas también, las profesionales de Trabajo Social son quienes mejor saben por dónde le duele a la sociedad.