egún estudios recientes, se cree que existen en el planeta más de 8,7 millones de especies de las cuales solo conocemos 1,3 millones. Vivimos en un planeta de una riqueza natural diversa increíble. Según el biólogo colombiano Camilo Mora, profesor de la Universidad de Hawái en Estados Unidos, “nuestro desarrollo, la comida que comemos, el aire que respiramos, el agua que bebemos… depende casi exclusivamente de las especies”. Es por ello, que la tendencia natural del planeta Tierra es a la biodiversidad, a la mezcla, a la fusión, a lo híbrido. Según Yuval Noah Harari en su magnífico libro Sapiens, de animales a dioses nos dice que: “Mucho antes de la revolución industrial, Homo Sapiens ostentaba el récord entre todos los organismos por provocar la extinción del mayor número de especies de plantas y animales (...). Si supiéramos cuántas especies ya hemos erradicado, podríamos estar más motivados para proteger a las que todavía sobreviven”.

Nietzsche nos hace ver que el mundo es un gigantesco escenario en que todo está en constante movimiento, donde la vida es un puro devenir que no conoce ni la saciedad ni el hastío ni el cansancio. La realidad es un enorme caos dinámico donde cada persona la interpreta a su manera, le da una perspectiva diferente, siendo tan válida la una como la otra. Y en palabras de Toni Llácer: “el filósofo nos señala algo valioso: la posibilidad de que todos los individuos desplieguen su existencia en forma autónoma y en armonía con las fuerzas de la vida”.

De eso se trata, de que cada uno pueda vivir según sus creencias, su sentir sexual, su modo de entender la vida, de relacionarse con los demás y de expresarse. Es evidente que esto solo se puede llevar a cabo desde el respeto a uno/a mismo/a y a los demás. Como señala Byung-Chul Han, no es cuestión de cortesía (nos mantiene alejados de los demás), ni de tolerancia (el otro o el extraño solo son soportados), sino de amabilidad (“la amabilidad hace habitable la coexistencia de lo diferente”). En un mundo diverso la amabilidad es fundamental porque acerca y ayuda a la convivencia.

El sigo XX fue un periodo intenso en todos los sentidos: de grandes guerras con enormes sufrimientos, con luchas ideológicas de altísimo calado, con multitud de propuestas artísticas renovadoras, con revoluciones transformadoras, con avances sociales y sus retrocesos, con magníficos descubrimientos científicos y tecnológicos. Un siglo que nos ha movido sin cesar, que nos ha cambiado la forma de vivir del ser humano y que pone a este siglo XXI en una situación entre la concienciación y reflexión en muchos aspectos (feminismo, ecología, solidaridad, diversidad…) y a su vez nos pone al borde de la tragedia (pérdida de la biodiversidad por el cambio climático que hemos generado, pandemias, vuelta de la extrema derecha como cuestionamiento de los avances sociales, enfrentamientos…).

El siglo XXI, un siglo que se ha llegado a definir como el siglo de la diversidad, con la paradoja de que cada vez a nivel planetario somos una única economía, unas pocas religiones, unos pocos sistemas políticos, una misma tecnología y cada vez unos pocos idiomas. Pero pese a ello, como decía al principio, la tendencia natural es la diversidad y ésta es imparable. La globalización y la tecnología nos ha llevado a la disolución de los límites, a la simultaneidad hipercultural (Han), a la casi instantaneidad del desplazamiento y la comunicación, llegando a tener sociedades híbridas, donde ya todo se mezcla, donde ya todo es diverso.

El ser humano no puede ser ajeno a la naturaleza que le posibilita la vida, por eso, aunque haya costado sangre, sudor y lágrimas, una de las conclusiones más importantes que hoy en día se ponen de manifiesto es que la evolución se basa en la diferencia, que toda expresión sexual, artística, ideológica, emocional, lingüística… es no solo posible, sino sana y necesaria. La diversidad nos enriquece porque está dentro de la lógica natural y porque nos hace ver y sentir lo que no vemos ni sentimos por nosotros mismos.

El arte contemporáneo es un claro ejemplo de esta diversidad, la multitud de diferentes propuestas artísticas que se dan y que conviven en las salas de exposiciones reales y virtuales en perfecta armonía, nos ayudan a entender la complejidad de nuestro mundo y cómo amoldarnos a lo que tenemos.

Otro ejemplo claro es la diversidad de género, hasta hace bien poco solo se admitía el género masculino y el femenino. Hoy en día tenemos además gente que se siente lesbiana, gay, transexual, bisexual, intersexual, queer, etcétera… Gente que no se veía reflejada en los cánones tradicionales del patriarcado. No nos deberíamos de extrañar si en un futuro cercano vemos a un hombre embarazado, es decir, una mujer que ha transformado su cuerpo de aspecto porque se siente hombre, que se enamora de otro hombre y que deciden tener familia.

Un siglo apasionante, lleno de múltiples opciones, donde cada mirada genera un nuevo futuro de vida.

No podemos volver una vez más a mirarnos el ombligo, compadecernos de las desgracias que han asomado a nuestras vidas en el último trimestre y confundirnos sobre quién es quién