ste 15 de octubre, declarado por Naciones Unidas como Día Internacional de las Mujeres Rurales, es momento de recordar su papel fundamental a la hora de abordar los retos actuales a los que nos enfrentamos. La emergencia sanitaria no nos puede hacer olvidar la emergencia climática que vivimos, que pone de manifiesto la significativa influencia que tienen las mujeres en la agricultura, la seguridad alimentaria, la tierra y la gestión de los recursos naturales a nivel mundial y del que son y tienen que ser protagonistas.

La contribución de las mujeres rurales en la promoción del desarrollo agrícola, medioambiental y rural es un impulso necesario para mejorar la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza. Sin ellas no puede haber desarrollo, sin ellas no habrá futuro: representan más de un tercio de la población mundial y el 43 por ciento de la mano de obra agrícola.

Las mujeres rurales que viven y trabajan en los pueblos de Navarra, que los sostienen y los vertebran, juegan un papel clave para afrontar el reto que suponen los cambios sociales, ambientales y económicos que vivimos, el reto de la sostenibilidad promovido por la estrategia 2030 del Gobierno de Navarra.

Es preciso reconocer que la sociedad tiene una deuda con ellas, ya que ha invisibilizado tanto su actividad como el esfuerzo suplementario que tienen que realizar para superar las dificultades de conciliación, de acceso al trabajo, a los servicios, de movilidad, a los recursos€ que se agravan en el medio rural. Las desigualdades de género y las barreras estructurales continúan limitando su poder y mermando sus posibilidades de desarrollo.

En este sentido, la Ley Foral de igualdad entre mujeres y hombres subraya que hay que trabajar las diferencias existentes en los distintos medios rurales y urbanos desde la igualdad de género y a través del empoderamiento y la transversalidad, estrategias transformadoras que se establecieron en la Conferencia de Beijing (1995).

Frente a desafíos, como el del cambio climático o la despoblación, es momento de continuar trabajando para asegurar que damos respuesta a las necesidades, prioridades y contribuciones de las mujeres rurales de Navarra, desde el compromiso de que cualquier política pública debe tener en cuenta su perspectiva y que ellas pueden participar de forma activa en las mismas. Sin lugar a dudas, su empoderamiento político y socioeconómico es uno de los pilares fundamentales sobre los que construir este nuevo modelo de desarrollo.

Para ello, resulta necesario continuar destinando ayudas a las asociaciones de mujeres, una de las fortalezas actuales de nuestros territorios rurales, así como mantener los programas de empoderamiento que el Instituto Navarro para la Igualdad tiene en marcha, y apoyar la digitalización, la formación y las posibilidades de empleo para todas ellas, atendiendo a su diversidad.

También tenemos que seguir trabajando para que la Ley de Titularidad vigente se extienda al mayor número de mujeres, porque de esta manera se amplía también el ejercicio de sus derechos de ciudadanía.

Resulta estratégico para el desarrollo de Navarra que garanticemos la gestión sostenible de los recursos naturales y la acción por el clima. Se trata, además, de lograr un desarrollo territorial equilibrado que cree nuevas posibilidades y oportunidades para las comunidades rurales, algo que solo podrá ser una realidad si la perspectiva de género la vertebra y las mujeres rurales son protagonistas de este nuevo modelo.

Solo teniendo en cuenta a las mujeres rurales podremos responder a las emergencias sociales a las que nos enfrentamos con la garantía de hacerlo en igualdad.

La autora es directora gerente del Instituto Navarro de la Igualdad

Las mujeres rurales que viven y trabajan en los pueblos de Navarra, que los sostienen y los vertebran, juegan un papel clave para afrontar el reto que suponen los cambios

Solo teniendo en cuenta a las mujeres rurales podremos responder a las emergencias sociales a las que nos enfrentamos con la garantía de hacerlo en igualdad

Una epidemia es competencia de Salud Pública, que debe incidir en

las condiciones relevantes para reducir la prevalencia de una enfermedad

Debemos felicitarnos porque las políticas de salud pública ya se han puesto en marcha, aunque de haberlo hecho un par de meses antes podrían haber sido más suaves y más eficaces