as trabajadoras y trabajadores de la Intervención Social asisten, ayudan y educan a las personas que precisan de alguno de los servicios relacionados con este ámbito y lo hacen con total profesionalidad para brindar una oportunidad de inserción y participación positiva en la sociedad a muchas personas. Niños y niñas, adolescentes en riesgo de exclusión, familias con serios problemas de convivencia, víctimas de violencia contra las mujeres son solo algunos de los colectivos que encuentran en estas profesionales su única salida. Irónicamente, son profesionales que lo están haciendo tan bien que consiguen que su labor no sea percibida por la gran mayoría de la gente. Se trata de un colectivo "invisibilizado" al que tenemos que dar notoriedad.

Para colmo, la situación de covid ha hecho más difícil aún que la sociedad navarra sea consciente de lo que está sucediendo en el ámbito de la Intervención Social. Sabemos dónde están las prioridades de la ciudadanía y por esa razón entendemos que debemos ser rigurosos, evitar concentraciones públicas de personas que pongan en riesgo la salud y centrarnos en proponer acciones que hagan visible el trabajo que están realizando y la situación en la que se encuentra la negociación para promover un avance real.

Además, al igual que sucede con otras profesiones que tienen un marcado componente asistencial y "no productivo", este personal es mayoritariamente femenino y está infravalorado y deficientemente reconocido. El nivel de valoración social que se le otorga no se corresponde con la cualificación y especialización que requiere y con el valor real que esta actividad aporta a nuestra sociedad y su progreso económico. Nuevamente nos encontramos ante un caso más de falta de reconocimiento socioeconómico de un colectivo profesional por tratarse de una actividad "feminizada". Hablamos de justicia social más allá de una simple lucha por la mejora de las condiciones laborales.

Por último, el hecho de tratarse de un servicio público clave en nuestra comunidad ha servido de bien poco para evitar que su gestión se hiciera desde instituciones privadas y a base de licitaciones, subvenciones o conciertos pagados con fondos públicos en una parte muy mayoritaria. Es incomprensible que sigamos adelante con un modelo así. El de la Intervención Social es un trabajo duro en el que se dan situaciones complicadas de verdad y en condiciones que aún lo hacen más difícil de soportar. Una trabajadora o trabajador no debería depender así de los vaivenes políticos cuyos actores suelen abordar las soluciones mirando a las próximas elecciones. Es urgente trabajar por soluciones a medio y largo plazo y liberarlas de las disputas políticas.

Esta manera de gestionar la Intervención Social en Navarra solo ha servido para hacer que la viabilidad de todos estos servicios se haya logrado a base de mantener condiciones y salarios indignos para el tipo de labor que se está realizando. No es de recibo que esta carga haya recaído sobre el colectivo de trabajadoras y trabajadores en su mayor parte. La falta de estabilidad real y a largo plazo de los equipos de trabajo es solo una de las consecuencias de esta dejación pública en un modelo privatizado.

Por todas estas razones, desde la UGT estamos trabajando convencidos de que lograremos dar la vuelta a esta situación participando en la Mesa Negociadora del I Convenio de Intervención Social de Navarra. Es preciso lograr el amparo legal y económico necesario que no deje fuera a ningún trabajador o trabajadora de este sector y por eso llevamos unos años de trabajo intenso que nos han situado en el punto en el que estamos, con unas propuestas de avance en plena negociación y a la espera de que los partidos políticos en Navarra entiendan que deben comprometerse con esta realidad.

No nos queda otro remedio que exigir a los representantes políticos de Navarra que actúen con responsabilidad y que definan ya una ruta concreta hacia la dignificación de las condiciones en las que trabajan las y los profesionales de la Intervención Social en Navarra. Somos conscientes de que el momento exige que también sindicatos y patronales actuemos con urgencia y con responsabilidad, valorando la posibilidad real de iniciar de una vez el camino de mejora que hemos dibujado durante estos últimos años. Hace tiempo que era necesario, ahora es imprescindible. No es posible esperar más.

El autor es representante de UGT en la mesa negociadora del I Convenio de Intervención Social de Navarra