talia y Francia han firmado un tratado de colaboración con objetivos geopolíticos comunes y búsqueda de sinergias que van desde crear una unidad operativa conjunta para apoyar a las fuerzas del orden hasta la llamativa novedad de intercambiarse ministros. El pacto firmado en el palacio del Quirinal, en Roma, en una solemne ceremonia, tendrá sin duda repercusión europea, porque Draghi y Macron se proponen construir una Europa más fuerte y soberana. Esa alianza estratégica deja más aislada aún si cabe a España.

El tratado abarca numerosos temas, desde la inmigración, a la política europea e internacional, la defensa, la seguridad, la economía, la industria, la transición ecológica y la cultura. Pero no se limita a buenas intenciones, sino que promueve iniciativas concretas, algunas de las cuales detalló Mario Draghi: “Creamos un servicio civil italo-francés y una unidad operativa compartida en apoyo de la policía. Para promover las relaciones entre las regiones fronterizas, prevemos un comité de cooperación transfronteriza”.

Una sorprendente novedad, a propuesta de Draghi, será el intercambio de ministros cada tres meses,según explicó el primer ministro italiano: “Establecemos un mecanismo mediante el cual, al menos una vez cada trimestre, un ministro italiano asistirá a un consejo de ministros del gobierno francés, y viceversa”.

El primer ministro italiano destacó que este tratado servirá para acelerar la integración europea y buscar su soberanía: “Además de consolidar nuestras relaciones bilaterales, el acuerdo pretende favorecer y acelerar el proceso de integración europea. Estoy pensando -añadió Draghi- en la construcción de una verdadera defensa europea”. A este respecto, el primer ministro italiano precisó que “la defensa común es necesaria si no queremos que otros diseñen nuestro futuro”. “Para ser soberana -añadió Draghi- Europa debe saber cómo protegerse, cómo defender sus fronteras. Necesitamos crear una verdadera defensa europea”.

Draghi y Macron quieren relanzar la Europa en la nueva época después de Angela Merkel. El objetivo común es cambiar el Pacto de Estabilidad, al considerar que sus reglas sobre deuda y déficit han quedado anticuadas. Francia e Italia pretenden consolidar la vía de la deuda común europea, camino abierto con el Fondo de recuperación. A propósito del Pacto de Estabilidad europeo, Mario Draghi explicó en la rueda de prensa que es inevitable su revisión.

Los equilibrios de fuerzas en la Unión Europea están cambiando tras la caída de Sebastian Kurz, que estaba llamado a liderar a los conservadores europeos; la llegada de los socialdemócratas al Gobierno alemán y el fin de la era Merkel; todo ello, junto al auge de las coaliciones verdes, ha producido un vuelco en las relaciones de fuerzas, surgiendo nuevas alianzas y dejando a España descolocada.

Con la conclusión de un acuerdo con Italia, el presidente francés abre nuevos frentes, crea espacio para nuevos grupos de presión dentro de un Consejo Europeo cada vez más fragmentado: entre los llamados frugales que abogan por la disciplina fiscal. Italia ya va un paso por delante de España y consigue más influencia entre los socios europeos. Que Italia vaya por delante de España no es nuevo. Roma siempre ha estado muy activa, colocando a los suyos en puestos de poder de nivel alto, capaz de influenciar la toma de decisiones en Bruselas desde lo más técnico hasta lo profundamente político. Mientras España siempre ha ido a la zaga, incapaz de colocar a políticos españoles en puestos importantes de la UE.

En 2020, el entonces consejero en la Representación Permanente de España para la UE y actual jefe de gabinete del secretario de Estado, Pablo Rupérez, escribió un artículo en el que apuntaba las principales debilidades de España a la hora de ejercer su influencia en Europa. Algunas permanecen. Llamaba, por un lado, a aumentar la relevancia del debate europeo en España para poder aumentar la influencia española en Europa. Por otro, apuntaba a la necesidad de que el gobierno tomara posturas contundentes en debates de calado a través de los llamados papeles de posicionamiento y pedía un seguimiento más exhaustivo del proceso de toma de decisiones, desde influenciar la reflexión de la Comisión hasta la negociación entre Parlamento y Consejo. Por todo esto, y porque la capacidad de inclinar la balanza sigue siendo limitada, resulta más preocupante que España se quede fuera de estas nuevas alianzas con socios con los que España se entiende bien y comparte intereses.

En varias ocasiones, los gobernantes italianos y españoles ya hablaron de crear un eje Roma-Madrid para reforzar su posición en Europa. Una idea que siempre quedó en retórica. Parece claro que con la alianza que han establecido Roma y París, España queda aún más aislada y contará todavía menos en Europa. Con su tratado de cooperación, Italia y Francia podrán sentarse en una mesa para adoptar decisiones geopolíticas y económicas antes de llevarlas a Bruselas. España nunca es invitada para tratar temas importantes o transcendentales de carácter internacional, y el ejemplo lo tenemos en la Unión Europea, donde el Estado español no pasa de ser mera comparsa: falta nivel en los políticos españoles para sentarse en una mesa de decisión que incluirá a ministros de Francia e Italia en sus respectivos consejos de ministros.

A España solo le queda mirar a Portugal, al vecino del oeste y aunar esfuerzos: ambos países ibéricos deben establecer un tratado global para hacer frente ante los desafíos de la Unión.

El autor es economista