pesar de encontrarnos en pleno siglo XXI, hay datos que certifican que todavía nos quedan muchos pasos por dar para lograr una sociedad plenamente igualitaria. Un ejemplo son los obstáculos que aún hoy siguen sufriendo las mujeres en el campo de la ciencia y la investigación, ya que según el Informe sobre la Ciencia 2021 de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), las mujeres representan un 33,3% de las plantillas de investigadores existentes en el mundo. Esta disparidad provoca que su tasa de publicación sea menor y que se les dé menos visibilidad y reconocimiento. Si nos fijamos en España, la situación es algo mejor y ese porcentaje se incrementa hasta el 40,5%, aunque lejano aún a unas condiciones equitativas.

Por lo tanto, aunque las políticas de igualdad en I+D+i desarrolladas en los últimos años están permitiendo avanzar, debemos seguir impulsando la visibilidad de las científicas, eliminar sesgos heredados, universalizar la retribución sin discriminación y, dos ámbitos de especial importancia, que la presencia y contribución de la mujer se extienda a todas las áreas de conocimiento y, sobre todo, llegue a todos los niveles profesionales de la carrera investigadora.

Las diferencias en la presencia de la mujer son abrumadoras dependiendo de las disciplinas y más allá de reducirse, en los últimos años incluso se ha observado un ligero incremento. Hablamos de campos como las ingenierías, la informática o las matemáticas.

En el ámbito más cercano, esa realidad se pone de manifiesto en la Universidad Pública de Navarra (UPNA). El 51,09% de su alumnado son mujeres, pero su presencia en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial, Informática y de Telecomunicación se reduce hasta el 19,90%.

Desde el Gobierno de Navarra y, en concreto, desde el Departamento de Universidad, Innovación y Transformación Digital no nos resignamos a que estas desigualdades sigan persistiendo. Y, por ello, en colaboración con la UPNA, trabajamos para poder revertir estas cifras, en concreto, con actividades para el empoderamiento de las mujeres científicas en los últimos años de estudios universitarios y para fomentar más y mejor las vocaciones STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés) entre las estudiantes de Secundaria. Se trata, en definitiva, de crear modelos de mujeres cercanas para que las niñas y las jóvenes sepan que pueden dedicarse a cualquiera de dichas disciplinas sin dificultades añadidas por el hecho de ser mujer.

En esta misma dirección se enmarca Planeta STEM, un programa divulgativo que desarrollamos de forma conjunta con el Planetario de Pamplona para dar a conocer estas disciplinas y fomentar las vocaciones entre la población escolar y de Educación Secundaria, con especial foco en el público femenino.

Y, más allá de fomentar su presencia, es de suma importancia que ésta se produzca en todos los niveles de la carrera científica a fin de acabar con el denominado efecto tijera, producido al representar gráficamente la presencia de mujeres y hombres a medida que se avanza hacia puestos directivos, puesto que el número de mujeres que comienzan en la investigación es superior al de hombres, pero la situación se invierte en posiciones superiores. Para entendernos, hay más mujeres que hombres entre el personal investigador de plantilla y, por el contrario, más hombres que mujeres entre los puestos de dirección. Vamos, que el ecosistema de la ciencia es similar a otros ecosistemas productivos, industriales o económicos.

La convicción del Gobierno de Navarra por acabar con ese techo de cristal conlleva que en todas las convocatorias de proyectos de investigación que financiamos se favorezca la paridad entre investigadores e investigadoras, no sólo a nivel técnico, sino también a nivel directivo.

En el ámbito estatal, el anteproyecto de ley del Ministerio de Ciencia e Innovación para modificar la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación incluye un conjunto de instrumentos y acciones específicas para erradicar las desigualdades de género en la I+D+i, entre las que se incluye el apoyo al desarrollo profesional de las investigadoras para que no abandonen la carrera científica y se consiga una presencia de al menos un 40% de mujeres en todos los ámbitos del sistema.

La participación plena y en condiciones de igualdad de las mujeres y las niñas en la educación, la capacitación, el empleo y los procesos de adopción de decisiones en la ciencia, eliminando toda forma de discriminación contra la mujer, tal como instaba la Asamblea General de las Naciones Unidas en la resolución por la que proclamó en 2015 el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, sigue siendo hoy un reto complicado.

Por ello, es imprescindible la implicación de Gobiernos, instituciones y la sociedad en su conjunto, hoy y cada día del año, para atraer y retener el talento femenino hacia la investigación, conscientes de que no podemos permitirnos perder la mitad del talento, el talento de las mujeres.

El autor es consejero de Universidad, Innovación y Transformación Digital del Gobierno de Navarra