urante esta legislatura estamos viviendo en Tudela una situación inaudita en lo que a la política cultural se refiere. Creo que no me equivoco al afirmar que no se recuerda nada parecido no ya solo en la pasada legislatura, sino en otras anteriores también con ayuntamientos de UPN.

Se puede pensar, seguramente con algo de razón, que la deficiente gestión se debe a una dudosa cualificación de las responsables políticas del Área de Cultura y del propio alcalde. Solo desde ese prisma se pueden abordar decisiones tan incomprensibles como las de cerrar las excavaciones de San Nicolás o paralizar la adecuación del Cerro de Santa Bárbara. Mención especial merece el Museo Muñoz Sola. Dicho museo, de titularidad municipal e integrado en el Sistema de Museos de Navarra, recibe una asignación económica anual del Gobierno de Navarra para ayudar a financiar gastos de mantenimiento y actividad, quedando la programación bajo la responsabilidad del Área de Cultura del Ayuntamiento. En 2021 se cumplió el centenario del nacimiento de César Muñoz Sola. Tenemos el museo y teníamos el centenario. ¿Alguien se enteró? No creo que haya que explicar mucho más.

Pero el asunto de la política cultural de este ayuntamiento va más allá. La gota que ha colmado el vaso ha sido lo acontecido con la reciente exposición Libros libres. Las y los artistas participantes han sufrido un trato vergonzoso por parte de la concejala de Cultura, Merche Añón, y la directora del EPEL Castel Ruiz, Amaya Pérez, a lo que hay que añadir la censura lingüística que ha acompañado a la exposición. Porque sí, hay que llamar a las cosas por su nombre, y lo sucedido ha sido censura, en este caso al euskera.

Casi tres años de legislatura han dado para mucho a pesar de la parálisis provocada por la covid-19, y lamentablemente las obsesiones de este ayuntamiento no son solo su fobia hacia el euskera. Recordemos lo sucedido el verano pasado cuando el alcalde Alejandro Toquero impidió que la biblioteca municipal participara en un concurso porque había algún acto que le chirriaba, la falta de interés ante proyectos de creación contemporánea como Des-Adarve (iremos conociendo la letra pequeña de la edición de este año), y ya veremos la deriva de otras iniciativas como Avant Garde y el festival de cine y televisión Lo que viene. Estos son solo algunos ejemplos de la actividad cultural de corte institucional, pero se podría hablar y mucho de otras manifestaciones que parten de la iniciativa popular, muchas de las cuales se suelen encontrar con las puertas cerradas y sus propuestas olvidadas en un cajón.

¿Qué tienen en común los objetos de la censura de este Ayuntamiento? Que son expresiones de lo diferente, de la pluralidad y la heterogeneidad. De la diversidad que caracteriza nuestra sociedad. Respecto a la cuestión del euskera, ¿a quién y en qué agrede que algunas personas podamos acceder a contenidos y servicios culturales en una lengua propia de Navarra y protegida dentro de su corpus legislativo? A nadie se le obliga a nada. No resta, suma. Lo mismo se puede decir de cualquier expresión cultural o de cualquier manifestación de diversidad ideológica, étnica, de género, de identidad sexual, etcétera, diversidad que define nuestra sociedad y cualquier sociedad avanzada.

¿Por qué evitar que la sociedad se exprese a través del arte? ¿Por qué prohibir tocar música en las calles de Tudela remitiendo a una ordenanza elaborada casi ad hoc? ¿Por qué se censura a un escritor que ideológicamente no es del gusto del acalde? ¿Por qué el 8 de marzo solo se permitió una pancarta, la oficial del Ayuntamiento, en el kiosko de la Plaza Nueva? La realidad es que el Ayuntamiento de Tudela invisibiliza y ningunea sistemáticamente cualquier expresión que escape a su control. Se reafirma por oposición, rechazando todo aquello que quede fuera de lo que considera que tiene derecho a ser y obstaculizando una convivencia que precisamente tendría que garantizar.

Yo me pregunto: si las y los demás no somos nadie, o somos tres o cuatro, ¿por qué molestamos tanto? ¿Por qué se llega al extremo de perder posibles subvenciones, como en el caso de la biblioteca, o de incurrir en gastos innecesarios como hacer nuevos soportes para Libros libres únicamente por capricho, para que unas determinadas personas no se sientan ofendidas al ver en Tudela unas palabras impresas en euskera? La respuesta es sencilla: porque seremos tres, pero somos tres de aquí, cuatro de allá, cinco del otro lado... Cada vez más. Tudelanas y tudelanos también, que creemos en una Tudela diversa y trabajamos para conseguirla. Y eso es algo que no soportan.

Una de las diferencias que existen entre una sociedad democrática y una totalitaria es que en la sociedad totalitaria se da una marginalización y penalización de lo diverso. Un sistema democrático garantiza que la diversidad tenga espacio. Cualquier representante público que crea en la democracia tiene que garantizar que toda la ciudadanía se sienta representada y tenga espacio para su libre expresión dentro de los límites que marca la ley. Por ello, repito la pregunta que hacíamos hace unos días a las y los responsables de Cultura del Ayuntamiento a través de las redes sociales: ¿Qué parte de su trabajo no han entendido?

Geroa Bai Tudela

La realidad es que el Ayuntamiento de Tudela invisibiliza y ningunea sistemáticamente cualquier expresión que escape a su control

Repito la pregunta que hacíamos a los responsables de Cultura a través de las redes sociales: ¿qué parte de su trabajo no han entendido?