¡Cuántos y qué dificultosos problemas tienen los y las gobernantes para tomar las decisiones para los que han sido elegidos! Cada día tienen que tomar decisiones relativas a infinidad de problemáticas que afectan a todos los ciudadanos, tanto a los que dieron su voto a quienes gobiernan como a quienes no les otorgaron su confianza. Y es por eso que sería necesario e incluso justo pedirles que se fijen justamente en eso, en que es necesario gobernar para todos.

Las ideologías, los resentimientos, las ideas, los convencimientos, las religiones, los dogmas económicos o no, las banderas y los miedos resultan paradigmas de modelos de gestión que se suelen enfocar en aquellos que aplauden sus políticas, sean del color que sean.

Y es en el día a día, en las conversaciones con la gente que nos rodea, cuando se ven las diferencias, pero en muchos casos son diferencias totalmente salvables, es decir, nos rodeamos de personas que no piensan igual que nosotros, que no creen las mismas cosas que nosotros, que no actúan como nosotros, pero convivimos. Y lo hacemos medianamente bien.

Entonces, si la ciudadanía de a pie, en general, es capaz de compartir tiempo y espacio, de ser tolerantes, de respetar al prójimo, ¿por qué los políticos, los medios de comunicación u otros organismos quieren mantener el nivel de confrontación? ¿No sería más sencillo que nos entendiéramos en vez de buscar siempre el enfrentamiento? ¿No sería más prudente dotar a nuestros niños y jóvenes de sistemas educativos capaces y adecuados para todos? ¿No sería más fácil poder explicar las actuaciones que se hacen desde los gobiernos para que la ciudadanía vea, entienda y evalúe la labor del Gobierno? ¿No sería más constructivo que la oposición ayude a forjar unas relaciones mejores y más productivas? Seguro que a todas estas preguntas y a otras muchas, podríais decir que sí, que es muy bonito eso, pero que es ingenuo, que la realidad no permite funcionar así. Sin embargo, estoy convencido que no es ningún planteamiento candoroso o estúpido.

Si dejáramos de lado los egoísmos, los egocentrismos y el mirar para otro lado cuando los problemas salpican a otros, seríamos capaces de trabajar en grupo, en conjunto como sociedad. Lo malo es que muchas personas entienden que la vida es injusta; que hay que ser “lobo” antes que “cordero” y si por las causas que sean, tienes los boletos de ser de los desfavorecidos, enfermos o débiles, ¡mala suerte!

Si además pensamos que la culpa de nuestros males siempre es por otros y no hacemos autocrítica nos podemos alimentar del resentimiento que nos hace seguir tirando, aunque sea a costa de ser infelices y ¡ay amigo!, el tiempo va pasando, y lo único que sabemos con certeza es que es finito.

Pero volvamos al comienzo, que he hablado de muchas cosas en poco espacio. A ver, gobiernos de diferentes colores, con diferentes ideas, con numerosas presiones, con intereses de mucha gente que aprieta y exige, ¿cómo lo podéis hacer mejor?

No soy yo capaz de daros una respuesta, pero y si pensamos un momento individualmente, ¿por qué estáis en política? De verdad, de corazón, ¿podéis pensar que es para servir y ayudar a los demás? ¿Que vuestra intención es mejorar lo que veis a vuestro alrededor o quizás poder influir en la toma de decisiones para hacer la vida mejor vuestros conciudadanos? Si es así adelante, seguid así. En cambio, si no lo es, ¡dejadlo! Dedicaros a otra cosa.

Y ahora volvamos al pensamiento en común, unos dirán que es necesario crear y generar recursos, otros que es necesario repartir los que existen, pero siendo simplista en este planteamiento de derechas o izquierdas, ¿no sería mejor aunar las dos ideas? ¿Por qué pensar que unos solo son capaces de crear recursos, favoreciendo a los pudientes y otros en cambio solo son capaces de repartir lo que hay en la “hucha”?

Las diferencias entre las derechas y las izquierdas son amplias, en muchos casos insalvables, los encargados que ponemos en las listas para que las defiendan, en muchos casos, parece que hacen un show, que viven muy lejos de la realidad cotidiana, de los problemas comunes y reales; sin embargo, hacen leyes, crean normas, dictan reglamentos que a todos nos afectan, ¡háganlo bien!, no peleen tanto entre ustedes y piensen en su gente, en sus vecinos, en sus familiares, en sus amigos, y en el resto de personas que juntos formamos este maravilloso mundo.

La Historia nos ayudará a entender algunas de las razones por las que pasan las cosas, explica causas y repite patrones. Leamos entonces, pasemos a la Historia entonces como referentes. Bueno, en realidad, tengo que decir que también yo peco de egoísmo, de vanidad o de orgullo, pero miro a mi alrededor y aprendo cada día de personas mejores; que ellas sí ayudan desinteresadamente a hacer de este mundo que nos ha tocado vivir, un mundo mejor.

Enseñemos a las siguientes generaciones, las que tendrán que tomar futuras decisiones, que podemos hacer las cosas mejor y mostrémosles el ejemplo de cómo se pueden hacer bien, que como se hacen mal ya se lo hemos enseñado.