Oímos todos los días que la situación económica que padecemos en Europa se debe a “la guerra de Putin”. Analicemos en primer lugar el Tablero Geopolítico Mundial. A partir de la caída de la Unión Soviética, EEUU se convenció de que eran ya los amos del mundo. Sin embargo, las cosas no han sucedido como ellos querían. Rusia salió de unos años muy difíciles en la era Yeltsin y ha tomado conciencia de que eran una potencia militar y nuclear, empezando a enfrentarse al cerco al que le ha sometido la OTAN, haciendo que países que están en su frontera ingresaran en su organización. Por otro lado, China aprovechó la globalización y ha logrado un nivel económico y tecnológico impresionante, pasando a ser la segunda potencia mundial.

En este panorama, la estrategia de EEUU ha sido plantearse la dominación del mundo por la vía militar, también influida por su industria militar. Las cifras son elocuentes: su presupuesto militar en 2020 ascendió a 685.895 millones de euros. El porcentaje de gasto militar a nivel mundial es en ese orden descendiente: 41% en EEUU, 8,2% en Rusia, 4,1% en China, 3,6% en Reino Unido, etcétera. Los Estados Unidos mantienen actualmente una red mundial de aproximadamente 1.000 bases e instalaciones militares. 

Su principal enemigo es China (según sus esquemas militaristas). Pero el más fácil de presionar, y por tanto la primera pieza del tablero, es Rusia. Además, necesita tener una Europa frágil y dócil para sus objetivos a largo plazo. En Ucrania, donde siempre ha habido un nacionalismo extremo y totalmente anti ruso, encontró su palanca. Ya antes de 2014 estaban preparando el golpe de Estado de Mairan e invirtiendo miles de millones de euros en el Ejército ucraniano que tiene batallones en su seno como el Azov compuesto por nazis. También permitió o impulsó junto a la Unión Europea que se incumplieran los acuerdos de Minsk, que pretendían dar autonomía a las regiones del Dombás, a la vez que se bombardeaban esas regiones creando una situación de guerra parcial que ha llevado a la guerra total con la invasión rusa. Putin, queriendo o sin querer, ha caído en su trampa invadiendo Ucrania. Esta acción, además de las graves consecuencias para toda la población ucraniana, pero también rusa y europea, ha aumentado la subordinación militar de los países de Europa, logrando que nuevos países entren en la OTAN.

La estrategia de China pretende mantener la globalización que le va bien a su economía. Para ello necesita dos cosas, evitar las guerras y abrir nuevas rutas que faciliten el comercio como es la ruta de la seda. Además, facilita fondos a los países de forma más sencilla y más barata que organismos como el FMI, con la premisa de no inmiscuirse en sus asuntos internos. Nos guste más o menos, ha logrado estar en muchos países de África, América Latina y Sureste Asiático, lo que le pone los pelos de punta a EEUU. Además, están en los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica). Por otro lado, en América latina, el famoso patio trasero de EEUU, donde tantas invasiones y golpes militares (y judiciales) han organizado, empiezan a perder hasta Colombia. Casi todos los países han condenado la invasión de Rusia, pero muchos de ellos a nivel mundial no son partidarios de las sanciones a Rusia. 

Para cumplir sus objetivos EEUU cuenta con su principal instrumento militar: la OTAN. En esta última cumbre de Madrid ha habido dos elementos importantes, el primero es que se consagraba a sí misma como una organización defensiva, acorde con los derechos humanos y las libertades. Pero basta recordar que las dictaduras de Portugal y Grecia se mantuvieron en la OTAN. O que sus ataques a Yugoslavia, Afganistán, Libia, etc. no han sido para nada defensivos. La OTAN rechaza el Tratado sobre la Prohibición nucleares y contradice el Tratado de no proliferación, desplegando armas nucleares estadounidenses en la Unión Europea. Ninguna va a favor de la distensión. El otro aspecto importante ha sido su teoría de los 360 grados. Responde a su deseo de intervenir en cualquier parte del mundo con o sin el permiso de la ONU. Todo lleva a un escenario de bloques, planteando una nueva guerra fría contra China.

¿Y dónde se ubica Europa en este contexto internacional? Los dirigentes de la Unión Europea son incapaces de velar por el futuro de su ciudadanía. Desde la 2ª Guerra Mundial han supeditado la defensa a los deseos e intereses de EEUU y de la OTAN. Con la invasión de Ucrania es espectacular el cinismo de estos dirigentes, comenzando por el PSOE. Colaboran con entusiasmo en las sanciones a Rusia por su invasión a Ucrania, pero no hacen lo mismo con la invasión de Palestina por Israel o de Yemen por Arabia Saudí. Pero lo más sangrante es ver cómo Estados Unidos pega patadas a Rusia en el culo de Europa. Las duras sanciones a Rusia, cómo quedarse con la mitad de las divisas, impedir el acceso de sus bancos al sistema SWIFT, la prohibición de exportar petróleo o carbón y otras materias primas como fertilizantes, ha llevado a una inflación especialmente dura en Europa que nos va a arrastrar a una recesión económica. 

Mientras tanto, estratégica y económicamente está ganando Estados Unidos. Ha pasado de exportar gas a España por un 17% a ser el primer exportador por un 35% a precios que han subido un 40% en los últimos meses. Durante los primeros cuatro meses de 2022, Estados Unidos exportó el 74% de su gas natural licuado (GNL) a Europa, en comparación con un promedio anual del 34% el año pasado. Por cierto, extraído casi todo por Fracking, sistema prohibido en Europa. 

La industria del armamento de Estados Unidos, además de todas las armas que ya había enviado a Ucrania antes de la guerra, se estima que desde que empezó la guerra el valor del armamento a Ucrania será de 3.400 millones. Además, la OTAN va a exigir un gasto en armamento del 2% del PIB de cada país que sea socio a costa de los gastos sociales seguro. Las contradicciones son tan fuertes que se prefiere, antes que cambiar el rumbo de los mandatos de EEUU, y por el miedo al corte de gas de Rusia, volver al carbón para generar electricidad. Mientras el Sur de Europa arde por el cambio climático, retrocedemos décadas en la lucha por frenarlo.

Esto lleva a pensar si los intereses de EEUU y Europa son los mismos. Esta guerra, como todas, significa muerte, destrucción, exilio. ¿Y cómo acabará? Es difícil que haya un vencedor, porque ninguna de las superpotencias lo va a permitir. Es posible una agudización del conflicto que pueda desembocar en una amenaza nuclear por parte de Putin. Si se llegara a esa situación la más amenazada sería Europa. 

Para evitar más muertes y destrucción es imprescindible y urgente trabajar por la paz. Una paz en la que todos los países se encuentren seguros. Para lograrlo lo primero es no enviar armas. Europa debe jugar un papel importante y autónomo buscando soluciones. Con todas las críticas necesarias a Rusia por su invasión, pero también sin olvidar que Rusia es un país europeo y que vamos a tener que convivir con él como vecino. Por lo tanto, sería importante empezar a girar la estrategia y tender lazos multipolares como hace Turquía con mucha más inteligencia. Y aunque Putin no sea ejemplo de nada, tampoco lo son Marruecos, Egipto, Israel, Arabia Saudí o Qatar y convivimos con ellos. Luchar por la paz es enfrentarse a los que les da igual las vidas humanas, desmentir las razones que llevan a la guerra. La paz será más alcanzable con la agenda 360º de la ONU que lucha contra la pobreza, la crisis climática, y por el acceso a la salud, a la vivienda y al trabajo.

PCE-EPK