Las muñecas, como los ángeles, siempre fueron sin genitales, aunque tenían algunos rasgos faciales femeninos. No era adecuado que niños y niñas jugaran con prototipos sexuados en esa época de oscuridad. Viene esto a cuento porque se ha puesto de moda la sorprendente teoría de que en realidad no se debe tener en cuenta los genitales de la criatura para definir su sexo al nacer, ni se le debería poner nombre, antes de que ésta lo manifestara. Más que una moda es una ola social creciente que abarca mediante charlas, emisiones de TV, redes digitales y leyes, unas políticas muy agresivas para las familias con niños, por al borrado del sexo como intrínseco a la persona y no modificable en su vida.

Sorprende que Osasunbidea, Osakidetza y el Sistema Nacional de Salud asignen tareas de asesoría a asociaciones que afirman con rotundidad en sus textos que "los genitales no determinan la identidad sexual, pues al nacer se les pudo suponer y asignar un sexo equivocado. Hay niñas con pene y niños con vulva. De ahí que haya que esperar a que a los 2 años de edad, y tras el proceso mental de autopercepción de la criatura, ésta afirme, con rotundidad ser niño o niña" (tomado de la asociación Naizen.

Se continúa el proceso de manipulación y confusión sexo/género, en el ámbito familiar y escolar (tal como plantean en las charlas dadas en bibliotecas y demás en Iruña y resto de Navarra, a niños de 5 a 9 años y padres-madres). Y en base a sus aficiones, tendencias relacionales, gustos de vestimenta y apariencia, refieren que se les debe preguntar directamente: ¿te gustaría ser niño o niña? Y de ahí se les debe llevar, como dictan las leyes trans, a modificar vestimenta, nombre y mediante la asociación afirmadora correspondiente a la aplicación de métodos (no son terapias) predeterminados, hormonal y cirugía de modificación de genitales, mastectomía y demás.

Se afirma que no sufren ninguna patología, que hay que evitar complicaciones de salud mental posterior (falsa teoría extremista) pero aceptan, según el nuevo proyecto de ley, el diagnóstico de incongruencia de género, para justificar la financiación pública de medicación y cirugía. Las asociaciones de este tipo, Naizen y Chrysallis, crecen amparadas en el victimismo que históricamente corresponde a la discriminación sufrida por gays y lesbianas. Toman fuerza de las teorías queer (sobre personas raras, fuera de los estereotipos) de Teresa de Lauretis (y extendidas por Judith Butler, Eve Kosofky, Paul B. Preciado, M. Witting...). Del constructivismo social, que cuestiona la clasificación de los individuos en categorías universales fijas de sexo como varón/mujer, tendencia sexual, clase social o de nacionalidad, sosteniendo que toda identidad social condicionada por la naturaleza sexual se elabora de manera compleja entre grupos, corrientes y criterios. Son críticas habituales a estas teorías, el uso de una terminología muy técnica, elitista, regida por un grupo selecto universitario institucionalizado, que impide un debate crítico. Hacen que todas las categorías sociales sean distorsionadas y reducidas a un simple discurso social, haciendo irreconciliables la sociología con la teoría queer, por carecer tanto de bases metodológicas como epistemiológicas sólidas. Se critica también que teniendo en cuenta aspectos genéticos, biológicos, antropológicos y sociológicos, la clasificación sexual y el comportamiento sexual son más que simples construcciones sociales. Siguiendo a la periodista Beatriz San José, cuentan con el apoyo de grandes corporaciones que conforman un lobby internacional: Dentons Fund, la firma de abogados más grande del mundo ofrece estrategias de actuación legal ante madres, estado y medios de comunicación. La F. Thomson Reuters, brazo del gigante de los medios de comunicación, impulsa mediante donaciones millonarias interesadas a la asociación ILYO, la Arcus Foundation, la Stryker Corp de tecnología médica y la Open Society que actúa en 120 países. Están relacionados también con la fundación de TGEU (Transgender Europe) organización creada el año 2005, entre cuyos miembros figuran entidades regulacionistas de la prostitución, como Aprosex y asociaciones como Crysallis, Euforia, FELGTB. Crecen las voces críticas sobre la situación que vivimos, como el caso de profesionales franco belgas, alertando de la urgente necesidad de informar al público en general de forma imparcial y objetiva sobre las actuaciones de cambio de sexo/género entre menores y jóvenes y sus graves consecuencias, poniendo en marcha una iniciativa europea abierta al apoyo de toda la ciudadanía, que cuenta ya con miles de firmas de apoyo (acceso al Manifiesto https://www.observatoirepetitesirene.org). Por nuestra parte, como personas del mundo sanitario y de la ciencia estamos preocupadas por los contenidos y posibles consecuencias de protocolos, leyes autonómicas y el proyecto de la Ley Estatal de IRE Trans y de Garantías (LGTBI) tramitado, de urgencia, en base a una discriminación "sentida", término no jurídico y una falsa despatologización. Ello nos lleva a exponer el manifiesto de enlace ( https://bit.ly/3oRPb4T) cuyas líneas fundamentales resumo y a solicitar la adhesión de profesionales y ciudadanía en general:

  1. Como profesionales, no podemos aceptar la pretensión de que el sexo en la especie humana es un "espectro" en lugar de un hecho material constatable, no elegible, que se mantiene a lo largo de la vida. El género (femenino o masculino, expresión de los estereotipos asignados socioculturalmente a los sexos) no es sexo (mujer, hombre).
  2. No se ha consultado la opinión de profesionales con experiencia en la atención sanitaria a personas con disforia o incongruencia de género para la elaboración de textos legislativos autonómicos y estatales y protocolos de actuación sanitarios.
  3. Se tergiversa el concepto "despatologizar" prohibiendo así la atención médica individualizada. En el proyecto de ley los profesionales están "bajo sospecha", pues se prevé la limitación en sus actuaciones diagnósticas y terapéuticas bajo la amenaza de multas y sanciones e incluso inhabilitación profesional, si cuestionan los deseos de los pacientes.
  4. De especial preocupación es la actitud clínica con menores de edad, permitiendo sin ningún tipo de evaluación a priori que descarte comorbilidades puedan iniciar la "transición de sexo" sin priorizar, la necesaria atención psicológica y el acompañamiento sanitario con enfoque socio afectivo. Advertir especialmente sobre el uso de los llamados bloqueadores hormonales en menores en pleno proceso de desarrollo; tratamiento totalmente experimental, con efectos secundarios graves e irreversibles y que marca el inicio de un camino de dependencia de por vida. Más teniendo en cuenta la negativa experiencia de países como Suecia, Finlandia, Australia o Reino Unido, en donde se está rectificando y prohibiendo (son ejemplos, la demanda masivas a la clínica inglesa Tavistock que se enfrenta a demandas masivas de mil familias por negligencia médica). La advertencia del fiscal general de UK a maestros que permitan iniciar una transición social de sus alumnos sin el consentimiento de sus padres. El hospital sueco Karolinska de Suecia, anunciando el fin de los bloqueadores en menores, etcétera).
  5. Queremos hacer una llamada de atención a aquellos medios de comunicación que asumen y difunden noticias del lobby ideológico trans-queer como algo progresista, pero obvian la realidad del sufrimiento al que está llevando a muchas personas con incongruencia de género (ya hay cientos de de-transcicionadores lamentándolo) y sus familias. No podemos ser cómplices, ni profesional ni éticamente, de la falta de garantías actual y reclamamos que el Ministerio de Sanidad, colegios profesionales y demás asociaciones del ámbito asuman su función de velar por la salud de la población.

El autor es médico de familia.