Los numerosos méritos de la entidad roncalesa Asociación Cultural Kurruskla en la recuperación y revitalización de manifestaciones significativas de la cultura del valle –que conforman la envoltura protectora al núcleo social de la igualdad y comunidad roncalesas– han llevado a la Cofradía del Queso Roncal a nombrarla, por unanimidad, cofrade de Honor, y asimismo a otorgarle el galardón institucional de esta Cofradía en el Capítulo General del 2022, depositados en las manos de la muy digna y representativa Dirección, su presidenta Ana Rosa Ezker y su secretario Julio Beretens.

Conscientes del especial privilegio que supone la identidad de tener su lengua uskara, la indumentaria, la Casa, el folclore o el derecho propio, se creó en 2008 la Kurruskla, que significa carraca en roncalés, para reunir a las diversas actividades que ya se desarrollaban en Isaba, en los campos de la cultura y el voluntariado, juntando así las danzas, cabalgata de reyes, Santa Águeda, Olentzero, el Tributo de las Tres Vacas, las Idoias, Carnavales, las brujas, pasando por la laboriosa investigación y confección de la indumentaria roncalesa que es evidente seña de identidad del valle, o hasta la señalización de caminos y senderos.

La recuperación del traje roncalés comenzó con el mantenimiento de ocho vestidos y hoy, gracias a la Kurruskla, son doscientos los trajes recuperados. Para ello se hizo una laboriosa tarea de búsqueda, reuniendo trajes que estaban en arcones de casas de Uztarroz, Garde y otras villas del valle. En Urzainki también se ha confeccionado una colección de trajes.

La sección de dantzas, Txun-Txun, tuvo gran actividad desde el principio, acudiendo a festivales en San Juan de Luz y otros lugares. El tema de las Golondrinas y su fiesta se empezó por un vídeo para el Museo de la Memoria, de él ha salido todo el posterior auge de conmemoraciones y representaciones de las Golondrinas/ainarak. Voluntarias de la Kurruskla mantienen abierto el Museo de la Memoria en Isaba, que es hoy el mejor espacio expositivo permanente de la cultura roncalesa junto con el de Gayarre en Roncal y el de los Oficios y la Almadía en Burgi.

Las publicaciones de libros, textos, folletos, artículos, han sido la tarea de Fernando Hualde, como indumentaria roncalesa, las fiestas de Carnaval en Isaba, las Golondrinas, el boletín El Sabayau o para el Museo de la Memoria.

La Kurruskla ha colaborado con las entidades deportivas organizadoras del Camile Strem, Larra-Larraun, Club Pirineos; con la Almadía de Burgi y su apuesta por la recuperación de la cultura de la madera.

Y para hacer esta gigantesca tarea, nada de ayudas, solo el trabajo que realizan, todo son servicios voluntarios. Tienen un armario para guardar los trajes en el Ayuntamiento. La Kurruskla, celosa de su independencia, aún quedando mucho camino por hacer, no se acoge a subvenciones para financiarse, únicamente dispone de las cuotas de sus socios y de lo obtenido con su puesto en los mercadillos.

La tarea benévola efectuada por los miembros de la Kurruskla alcanza su cenit si tenemos en cuenta que la cultura roncalesa no es algo marginal ni extremo, sino núcleo central, al haber guardado en el ámbito pirenaico el testigo de la Europa anterior a las invasiones arias, llamadas indoeuropeas; cultura que queda plasmada en su lengua, el uskara, que da continuidad al idioma preindoeuropeo-bascónico; así como el Derecho roncalés, de práctica igualitaria y comunitaria, conformando sus ordenanzas acordadas por la comunidad de los vecinos; o los libros de abolengo de cada villa que son los registros de los títulos originarios de las heredades pertenecientes a cada casa.

Recuperar los aspectos materiales e inmateriales, identitarios y del imaginario colectivo de la cultura roncalesa –como lo hace la Asociación Kurruskla– resulta imprescindible para poder llegar a conocer y ejercer la esencia de esta sociedad singular; pues frente al abandono, el debilitamiento económico y la salvajización del territorio, está el ejercicio individual y colectivo de la sólida cultura roncalesa y de su soberanía jurídica, con sus probados valores, posibilitadores y potenciadores tanto de las actividades económicas –industriales, ganaderas, forestales o turísticas– como los recursos ambientales.